En una sociedad cada vez más digitalizada, el consumo de contenidos online en edades tempranas se ha vuelto moneda corriente. Lo que en principio puede parecer un juego o entretenimiento, esconde riesgos profundos y silenciosos: adicción, aislamiento y, en casos más extremos, ludopatía.
“La digitalidad se convirtió en una calle, y como toda calle, enseña. El problema es que no hay adultos mirando qué aprenden los chicos ahí”, señaló el médico pediatra Luciano Roldán durante una charla que brindó en Pergamino, y que fue organizada por Fundación Osde y la Clínica Pergamino. En ese “espacio virtual”, explicó, niños y adolescentes crecen sin límites claros y en soledad frente a decisiones complejas que los sobrepasan.
Desde la cuna con pantallas
Roldán, con años de experiencia clínica, compartió una imagen impactante: “Veo pacientes de 3 años que, en una consulta, meten la mano en la cartera de la mamá, destraban el teléfono con una contraseña y ponen un video en YouTube. Desaparecen del consultorio. Se desconectan de todo lo que pasa afuera”.
Lo preocupante, dice, es que esto se repite cada vez más. “Cuando son chicos, todavía podemos supervisar lo que consumen. Pero cuando crecen, ya no. Por eso es fundamental empezar desde temprano a regular el uso de pantallas. Incluso las recomendaciones pediátricas más actuales hablan de pantalla cero hasta los seis años”, advirtió.
Adolescentes y ludopatía: el nuevo terreno de juego
El foco de su charla estuvo puesto especialmente en los adolescentes, un grupo que ya no solo usa videojuegos o redes sociales, sino que también participa en juegos con apuestas disfrazados de entretenimiento. “Estamos hablando de ludopatía. Y la ludopatía se basa en la apuesta: cuando sobre un juego se deposita dinero, el juego cambia de naturaleza”, explicó.
Según Roldán, el fútbol —por su masividad— es hoy la actividad más vinculada a este fenómeno: “Se apela a una sutileza: si usted sabe de fútbol, demuéstrelo apostando. Ese señuelo nos atrapa porque toca nuestra fibra más sensible”.
las recomendaciones pediátricas más actuales hablan de pantalla cero hasta los seis años las recomendaciones pediátricas más actuales hablan de pantalla cero hasta los seis años
El peligro de creer que están “en casa y seguros”
Muchos adultos suponen que, por estar en su habitación, sus hijos están fuera de peligro. Pero el experto es tajante: “Ese dispositivo que parece inofensivo les da acceso al mundo entero. Ya no están sólo en casa. Pensamos que están a salvo porque no están en la calle, pero en realidad la calle ahora es digital, y ahí también pasan cosas. Y muy graves”.
La serie Adolescencia, citada por Roldán, le sirvió para graficar esta desconexión generacional: “Lo que más llama la atención no es la maldad ni la rebeldía, sino la ausencia del adulto. Papás presentes, pero desconectados de lo que realmente pasa”.
El rol irremplazable del diálogo
“Hoy es muy difícil trazar una línea entre lo que está bien o mal hacer en lo digital, porque es parte de la privacidad adolescente”, reflexionó. Sin embargo, insistió en que hay una herramienta que no podemos abandonar: el diálogo. “No hay forma de prevenir sin conversación. Espacios como este —la charla— son necesarios para al menos dejar preguntas flotando, que las familias puedan masticar en casa”.
Una conclusión tan inquietante como urgente
El consumo digital no es, por sí mismo, el enemigo. Lo que está en juego es la falta de límites, el aislamiento progresivo y la exposición temprana a escenarios que los chicos no pueden manejar solos. Y mientras las pantallas sigan siendo niñeras silenciosas o compañeros de cuarto invisibles, el riesgo seguirá creciendo.
“Nuestros hijos habitan un lugar que no entendemos y que dejamos de controlar hace rato. El gran desafío es empezar a recuperar ese terreno”, concluyó Roldán.