El joven egresado de Zárate, que fue premiado en un certamen internacional de ingeniería con apoyo de la NASA, regresó a su escuela técnica para brindar una charla motivadora. Su historia inspira y emociona.
El auditorio de la Escuela Técnica N 3
El auditorio de la Escuela de Educación Técnica N.º 3 de Zárate se colmó de alumnos, docentes y emociones. Allí, frente a cientos de jóvenes, Rafael Dalzotto, exalumno de la institución, compartió su experiencia luego de haber sido parte del equipo argentino que ganó un importante concurso internacional auspiciado por la NASA.
Rafael Dalzotto
Rafael, que egresó en el año 2014, comenzó su exposición con una reflexión profunda inspirada en Jorge Luis Borges y su concepto del “eterno retorno”: la posibilidad de que ciertos momentos o patrones vuelvan a manifestarse en la vida, de forma inesperada. Un paralelismo con la astrofísica, ciencia que estudia precisamente esos ciclos y patrones que definen al universo.
“¿No es lo que hace la NASA? ¿Buscar vida, patrones, viajar entre estrellas?”, se preguntó Rafael, frente a una audiencia atenta.
Con esa curiosidad de infancia que nunca abandonó, el joven zarateño habló sobre su camino en el campo de la robótica y la ingeniería aeroespacial, y cómo la educación técnica fue clave para su formación.
Recordó que su interés comenzó jugando al Minecraft, cuando descubrió el mundo de los patrones lógicos y la programación a través de videos en YouTube. Ese primer paso lo llevó a querer construir un brazo robótico, proyecto que pudo desarrollar gracias al acompañamiento de sus docentes.
“La Técnica te da una base extraordinaria”, aseguró, destacando también el rol de los profesores y exdirectivos como José Luis Marquine y Daniela Bussón.
“No hay proyectos sin equipo, sin diversidad de ideas, sin compromiso. Estudiar vale la pena, aunque a veces cueste. Yo estuve ahí, en esas aulas, con los mismos miedos y sueños que ustedes”, les dijo a los alumnos, provocando un aplauso cerrado.
Argentina fue premiada en una competencia en la que participaron 66 países con proyectos científicos y educativos de alto nivel.
“Es casi un milagro —dijo Rafael—, porque lamentablemente la educación no siempre es prioridad en nuestro país. Pero eso no debe desanimarlos, porque ustedes tienen un potencial enorme”.
El momento fue conmovedor. Como el protagonista de El Principito, Rafael parecía haber regresado de mundos lejanos con historias para compartir. Y, tal como ocurre en ese libro, los más jóvenes supieron escuchar lo esencial.