martes 02 de septiembre de 2025

El poder bajo escucha: Milei y la crisis de confianza que desató la filtración de audios en la Casa Rosada

Las filtraciones rompieron un código interno: alguien grabó a Karina Milei en la Casa Rosada. El Presidente teme más que el escándalo: la traición interna.

31 de agosto de 2025 - 10:34

“Nos tienen metidos en nuestra área a puro pelotazos”, confiesa un funcionario libertario con lenguaje futbolero. La imagen resume el clima enrarecido que atraviesa al círculo más íntimo del poder en Argentina. La Casa Rosada no solo enfrenta un escándalo por presunta corrupción: enfrenta una traición.

La filtración de audios que involucraron primero a Diego Spagnuolo (exdirector de la ANDIS) y luego a Karina Milei —la hermana del Presidente y figura inamovible del esquema libertario— abrió una caja de Pandora. Porque lo que está en juego no es solamente el contenido de esas grabaciones, sino la certeza de que el corazón mismo del poder está siendo grabado. Y desde adentro.

El quiebre del código de confianza

El Presidente Milei explotó en privado al enterarse de la filtración. No solo porque se cuestiona la transparencia de su entorno o se insinúan retornos en contrataciones estatales. El verdadero golpe fue emocional: la certeza de que ya no puede confiar ciegamente ni en su núcleo más cercano. Karina había sido grabada dentro de la Casa Rosada, posiblemente en una reunión privada, en un ambiente donde se presume lealtad absoluta. Y eso cambia todo.

Es difícil dimensionar lo que representa para un líder que construyó su poder sobre la base de la fidelidad extrema, la sospecha de que alguien está jugando con fuego desde adentro. Por eso ahora, más que desmentidas o denuncias judiciales, lo que se busca en Balcarce 50 son culpables. O al menos una explicación.

Las internas toman forma de tormenta

Las tensiones internas no son nuevas. El enfrentamiento entre Karina y los Menem (Eduardo “Lule” y Martín) contra el asesor todopoderoso Santiago Caputo viene desde hace tiempo. Pero la exposición pública y simultánea de los conflictos los llevó al punto de ebullición. Milei tuvo que intervenir para frenar la escalada entre “Las Fuerzas del Cielo” (Caputo y su tropa) y el ala política del oficialismo.

No hay pruebas —al menos públicas— que incriminen a Caputo en las filtraciones, y Milei confía en él ciegamente. Pero la pregunta sobre quién grabó a Karina sigue sin respuesta. Y mientras no se aclare ese punto, el silencio se transforma en ruido, y el ruido en sospecha.

De la paranoia al repliegue

El Gobierno reaccionó con lo que mejor sabe hacer: denunciar una “operación política” y volver a activar su maquinaria comunicacional en redes. Pero el daño ya está hecho. El escándalo llegó al hueso: rompió la intimidad del poder. La Casa Rosada pasó de ser un búnker a ser un set de grabación encubierto. Y lo más grave: ya no se sabe cuántos audios más pueden aparecer ni qué podrían contener.

Esto explica el giro en la estrategia presidencial: más silencio, menos exposición pública, concentración en el territorio y búsqueda de fidelidades explícitas en cada funcionario. No es una crisis de contenido político; es una crisis de confianza.

¿El principio del fin o el fin de la ingenuidad?

No es la primera vez que un gobierno enfrenta una filtración. Pero esta tiene un condimento especial: las voces vienen desde adentro del riñón presidencial, y muestran algo más profundo que un conflicto puntual. Muestran un modelo de conducción altamente concentrado, en el que las lealtades empiezan a desgastarse.

Mientras tanto, en la cúspide del poder se repliegan. El propio Milei mira con desconfianza hacia los costados. En su entorno ya no se habla solo de oposición, sino de “traidores”. Porque el miedo no es a lo que se dice. El miedo verdadero es a lo que aún no se dijo.

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