Invitada por el Colegio Santa Julia, la misionera contó sus vivencias en Alepo uno de los sectores más castigados por el odio religioso que muestran los fundamentalistas en la región, como los ultraislámicos del Estado Islámico (Isis) y del Frente al Nusra.
DE LA REDACCION. La actual devastada ciudad de Alepo recibió hace algunos años a una joven hermana Guadalupe y toda su ilusión de misionar en la floreciente Siria luego de su paso por Belén y Egipto. Creció en San Luis (Villa Mercedes), pero se ordenó en Mendoza, en el Instituto del Verbo Encarnado fundado por el Padre Carlos Buela, una congregación joven de 30 años.
Entre los escombros de esta norteña ciudad siriaca de Alepo, Guadalupe y su fe vivían entre los bombardeos, muertes y persecución que sufre el pueblo en general, aunque muy especialmente los cristianos que son víctimas de una guerra, que al igual que todas, carece de sentido. Muchas veces tuvo la oportunidad de regresar en pleno conflicto, aunque decidió quedarse para ayudar a los más desprotegidos, sin embargo problemas personales hicieron que regresara hace un tiempo a nuestro país y para denunciar por medios de charlas en toda la Argentina el negocio de la guerra, la manipulación de la información y la falta de cooperación del mundo occidental.
Sus vivencias y testimonios recorrieron el mundo, cuenta cómo vivió durante cuatro años en uno de los sectores más castigados por el odio religioso que muestran los fundamentalistas en la región, como los ultraislámicos del Estado Islámico (Isis) y del Frente al Nusra.
Invitada por el Padre Ariel Busso y la comunidad educativa del Colegio Santa Julia, Guadalupe brindó dos charlas, una en el auditorio de Osde abierta a la comunidad y la restante en la Parroquia Santa Julia donde estuvieron los estudiantes secundarios.
Sus comienzos
Fui misionera durante 19 años, ingresé a los 18 y a los 23 me destinaron a Tierra Santa en primer lugar. Viví en Belén, Egipto y en Siria donde estuve cuatro años. Llegué antes que comenzara la guerra cuando en el país se vivía mucha tranquilidad y paz entre musulmanes y cristianos y la verdad era un paraíso. Al poco tiempo se desata esta guerra atroz y persecución a los cristianos, indicó en el inicio de la charla con LA OPINION la hermana Guadalupe.
Con una sonrisa y haciendo un impasse en su almuerzo, la religiosa manifestó que: Vivir en ese lugar nos permite tener experiencia de ese contraste de tanto dolor y sufrimiento, no creo que exista algo comparable a la guerra y persecución, más cuando se trata de una guerra que lleva cinco años, una agonía de cinco años donde se puede ver a cristianos crucificados enterrados vivos, decapitados y la magnitud del dolor es enorme y a la par de eso los milagros de fe, esperanza y la alegría que se puede ver en los rostros de esos cristianos, además de indicar que como misionera la experiencia es enriquecedora porque es pensar cómo hubiese sido mi vida al compartir momentos junto a un mártir que por estos tiempos está canonizado por la Iglesia y en esos lugares estábamos viviendo con mártires, gente muy normal, sencilla como nosotros con defectos y virtudes, pero gente que está definida y decidida y con una identidad muy clara y no voy a dejar de serlo aun cuando eso signifique la muerte, porque en definitiva lo que está en juego es la vida eterna, el cielo y eso no lo van a negociar nunca. Entonces compartir parte de nuestros días con esta gente es un privilegio.
La muerte cerca
Muchas veces en Alepo debido a que es un lugar que está asediado y atacado continuamente hemos visto pasar la muerte muy cerca y por cuestión de minutos poder contar que estábamos haciendo las compras en un supermercado, cargar las cosas en el automóvil y a los 15 minutos caen cuatro bombas y destruyen todo o un misil que cayó a pocos metros (50 aproximadamente) y dejó cientos de muertos y heridos. Al momento de la explosión estaba a punto a subir a la terraza a llevar la ropa y me llamó un sacerdote y volví, creo que si la explosión me encontraba allá arriba probablemente hoy no estaría acá para contarlo, señala la religiosa mostrando en su mirada el dolor de aquellos duros momentos que jamás quisiera haber vivido y nunca podrá olvidar.
Un gran negocio
Contando en primera persona cómo la guerra castiga sin piedad a los cristianos siriacos, la Hermana remarcó que todo es un gran negocio: Mientras sigan en juego intereses creados esto no se termina más. El problema es que lo que está sucediendo en Siria pocos lo saben, lo que cuenta la prensa internacional, que está siendo manipulada ciertamente, no es la verdad de las cosas. Se la presenta como una guerra civil como el pueblo levantado contra su dictador y eso no es cierto. El pueblo está pagando con víctimas y apoyando a su gobierno, no quiere cambio aunque para nosotros como occidentales sea difícil de entender y sería mejor otro modo es completamente opinable y ellos tienen derecho a su soberanía y a elegir su modo de gobierno y que se sientan cómodos; con lo cual esta guerra armada, programada e inventada es simplemente por intereses creados sobre la zona como petróleo, gas y tantas cuestiones para desmembrar Siria y debilitar otros países de la zona que son muy poderosos y todo con apoyo de occidente y esto no lo digo yo sino que lo comunicaron desde sus inicios los obispos del lugar y señalan que se termine la venta de armas y el terrorismo financiado por occidente a través de grupos económicos que manejan a presidentes y quieren llevar los hilos de la historia y decidir el destino de tantas muertes, cientos de miles y los obispos lo señalan como un genocidio contra los cristianos. Es muy grave y grave que no se sepa, una feroz persecución contra los cristianos.
En Pergamino
En la actualidad se dedica a dar a conocer al mundo la realidad de la guerra en Siria, dando un testimonio vivo de la situación que padecen los cristianos y todo el pueblo sirio en la actualidad: Por cuestiones familiares desde hace unos años que estoy en nuestro país. Estando acá en Argentina me solicitan que cuenten mis testimonios y realmente tengo muchos pedidos de parroquias y colegios. Guardar para nosotros todas esas vivencias sería un poco egoísta y decidimos contar lo que pasamos en aquel lugar. Conocí al Padre Ariel Busso en Capital Federal y admiraba mucho sus sermones, su manera de dar la misa y sabiduría y me invitó a venir al Colegio Santa Julia un lugar hermosísimo. Anoche (por el lunes) estuvimos en una sala céntrica y hoy (por ayer) en la Parroquia junto a los estudiantes secundarios que escucharon con mucha atención y respeto, finalizó la hermana.