El 18 de noviembre no es un día más en Pergamino. Es la fecha en la que, hace 107 años, un grupo de trabajadores del Ferrocarril Central Argentino, movidos por la alegría del triunfo aliado y por el deseo de tener un club propio, fundaron una institución que con el tiempo sería mucho más que un equipo. Así nació el Club Atlético Douglas Haig, un sentimiento que atraviesa generaciones y un emblema deportivo y social de Pergamino.
Los primeros latidos de una identidad
Apenas un año después de su fundación, Douglas comenzó a escribir sus primeras páginas deportivas. Participó de torneos locales y, casi sin querer, dejó claro que su destino era competitivo: ganó un certamen reducido de seis jugadores y entre los rivales figuraba nada menos que Newell’s Old Boys de Rosario.
En 1920 llegó la afiliación oficial a la Asociación Deportiva y, con ella, una racha de conquistas que llenaron de orgullo a la ciudad. Entre 1922 y 1924, el Rojinegro encadenó campañas memorables que forjaron ese carácter batallador que hoy lo distingue.
Pero la identidad también se defendió fuera de la cancha. Cuando un decreto nacional impulsó el cambio de nombres extranjeros, el club pasó a llamarse Bartolomé Mitre. Sin embargo, el corazón no latía igual. Tres socios insistieron, convocaron y lograron lo inevitable: el retorno a un nombre único e irreemplazable. Douglas Haig volvió a ser Douglas, porque así lo pedía la gente.
El estadio Miguel Morales, inaugurado en 1977, se convirtió en un templo donde la ciudad aprendió a emocionarse. Más tarde, la construcción de la tribuna completada en 1986 acompañó uno de los hitos más recordados: el ascenso al Nacional B. Aquella final en Tandil, con el gol eterno de Daniel Castro a los 39 del segundo tiempo, fue mucho más que un triunfo; fue la confirmación de que los sueños también viajan en tren.
Las hazañas que marcaron a fuego su historia
Los años siguieron regalando capítulos imborrables.
En 2009, Lucas Defrancesco marcó el gol número mil en la historia del club, una marca que emociona por lo simbólica y por la historia que la precede.
En 2010 llegó el ascenso al Torneo Argentino A, con un equipo valiente que derrotó a La Emilia en una tarde que quedó guardada en todo el pueblo fogonero.
Y en 2012, tras una campaña sólida e inolvidable, Douglas volvió a la segunda categoría del fútbol argentino, coronándose campeón del Undecagonal y celebrando como saben celebrar los pueblos que sufren, sueñan y acompañan.
Douglas, más que un club
Douglas Haig es el reflejo de una ciudad. Es la herencia de los ferroviarios que lo vieron nacer y el orgullo de quienes lo alientan hoy.
En 107 años, el club creció, cambió, se transformó, pero nunca perdió su esencia. Porque Douglas no es solo un club: es la memoria, el orgullo y el abrazo colectivo de un pueblo que lo sigue eligiendo hace 107 años.