Agustina Iglesias, de Charata Viajes, y Nicolás Aller, de Cubata Viajes, coincidieron en Roma durante los días más tristes para el Vaticano. Ambos compartieron sus vivencias en un momento que los marcó para siempre.
Agustina Iglesias ingresó a la Basílica de San Pedro para participar del velorio del Papa Francisco.
AGUSTINA IGLESIASEl sonido grave de las campanas de la Basílica de San Pedro y el murmullo de miles de fieles llenaron el aire en Roma el día que el mundo recibió la noticia: el Papa Francisco había fallecido. Entre la multitud, dos pergaminenses, Agustina Iglesias y Nicolás Aller, vivieron desde cerca una despedida histórica, cargada de emoción, orgullo y recogimiento.
Agustina Iglesias es una pergaminense que a los 20 años se trasladó a Chaco donde hoy tiene una agencia de turismo: Charata Viajes. Ella se encontraba casualmente en Roma como parte de su itinerario turístico. Al enterarse de la muerte del Papa, dejó de lado las visitas programadas y, gracias a su acreditación como agente de turismo, logró acceder al interior de la Basílica de San Pedro para rendirle homenaje. “Fue un momento indescriptible. Estar allí justo ese día, ser parte del velorio, fue algo que jamás pensé que viviría. El silencio era absoluto, solo se escuchaban sollozos. Personas de todas partes del mundo, unidas en el dolor y en la gratitud", contó Agustina a LA OPINIÓN.
Agustina describió el ambiente con detalles conmovedores: “Había una paz tan grande que no se puede explicar. Nadie hablaba fuerte, nadie corría. Era como si todos entendiéramos que estábamos viviendo algo único e histórico”. Según contó, la fila para ingresar a la Basílica serpenteaba kilómetros, pero nadie se quejaba. “La gente estaba serena, esperando su turno para despedirse de Francisco. Algunos rezaban en voz baja, otros lloraban en silencio”, recordó.
La ceremonia, sobria y cargada de simbolismo, respetó el deseo de Francisco de una despedida sencilla. “Era un adiós íntimo, pero a la vez universal. Él pidió humildad y el pueblo le respondió con amor”, relató emocionada Agustina. Y agregó: “Ver su cuerpo allí, tan cerca, tan simple, me partió el alma. No había coronas de flores lujosas, ni honores excesivos. Estaba Francisco, tal cual vivió: humilde hasta el último instante”, relató emocionada Agustina.
Por su parte, Nicolás Aller, propietario de Cubata Viajes, también vivió en Roma esos días de luto colectivo, acompañado por un grupo de 15 viajeros, en su mayoría pergaminenses, en plena gira por Europa. Aunque no pudo ingresar al velorio, la experiencia que vivió en las calles y plazas del Vaticano dejó una marca imborrable en su memoria.
“No se puede explicar. Ninguno de los que estamos acá podemos dimensionar el momento que estamos viviendo", expresó Nicolás. "Cuando llegamos a Roma y nos enteramos de la noticia, los latinos que compartían el tour nos daban su pésame y nos contaban sus sensaciones. Así como nosotros nos sentimos orgullosos de que Francisco haya sido argentino, ellos se enorgullecen de que haya sido latino, sienten que él dio voz a un pueblo que nunca antes había sido tan valorado".
Respecto a los locales, Nicolás describió una Roma diferente, más pausada y profundamente respetuosa: “Roma vibra y late, pero está triste. Estos días no se ‘hace lío’, sino que se le rinde homenaje a Francisco. Todos demuestran congoja y respeto. No somos conscientes en Argentina de lo que generó en el mundo: más allá de la religión, Francisco fue un embajador de lujo de la empatía y los valores”.
Nicolás relató que su viaje comenzó el 12 de abril en Madrid y recorrieron diversas ciudades de Francia, Suiza e Italia antes de llegar a Roma, justo en los días de duelo. Sin dudas, la experiencia vivida en Roma será el capítulo más inolvidable de esta travesía.
Ambos testimonios, cada uno desde su perspectiva, reflejan el impacto profundo de la figura de Francisco en el mundo entero. Una presencia que trascendió fronteras, idiomas y religiones, y que, incluso en su partida, sigue uniendo corazones en un mismo abrazo de fe y esperanza.