Australia aprobó una ley histórica que prohíbe a los menores de 16 años crear y usar cuentas en redes sociales como Facebook, Instagram, Snapchat y TikTok. La norma, que entrará en vigencia el 10 de diciembre, busca proteger la salud mental de niños y adolescentes y obliga a las compañías tecnológicas a implementar mecanismos efectivos de verificación de edad.
El primer ministro Anthony Albanese justificó la medida con un mensaje contundente:
“Las redes sociales están perjudicando a nuestros hijos y voy a ponerle fin. El Gobierno está del lado de las familias”.
La legislación exigirá a las empresas tomar “medidas razonables” para impedir el acceso de menores. En caso de incumplimiento, las multas podrían llegar a 50 millones de dólares australianos (unos 32 millones de dólares estadounidenses), marcando uno de los esquemas sancionatorios más duros del mundo en materia de regulación digital.
Por qué Australia prohíbe las redes sociales a menores
El Gobierno sostiene que el uso intensivo de redes está vinculado con el aumento de ansiedad, depresión, baja autoestima y exposición a contenidos que afectan la imagen corporal, además del riesgo de ciberacoso y participación en desafíos virales peligrosos.
La decisión convierte a Australia en el primer país del mundo en implementar una prohibición nacional para menores de 16 años, desplazando la responsabilidad de control hacia las compañías tecnológicas.
Un debate global sobre derechos digitales y salud mental
Si bien la iniciativa cuenta con el apoyo de organizaciones de padres y especialistas en salud, también abrió un debate internacional:
El Gobierno australiano afirma que el bienestar de los jóvenes es prioritario y que la regulación era inevitable ante la evidencia acumulada.
Qué muestran los estudios sobre adolescentes y redes
Según datos de Healthy Children, el 35% de los adolescentes de 13 a 17 años usa redes sociales de forma casi constante. Incluso niños de 8 a 12 años acceden a plataformas que exigen 13 años como mínimo.
Los beneficios existen —conexión social, construcción de identidad, participación en comunidades— pero los riesgos también:
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exposición a estándares irreales de belleza,
presión por comparación constante,
reducción del bienestar emocional,
pérdida de tiempo de estudio y descanso.
Los expertos recomiendan a las familias establecer límites claros, promover actividades offline y mantener un diálogo abierto sobre la vida digital.
El contraste: Suecia reduce pantallas en las escuelas
Mientras Australia restringe redes, Suecia avanza en otro frente: disminuir el uso de dispositivos digitales en el aula.
El Ministerio de Educación impulsa un retorno a métodos tradicionales —lápiz y papel— ante la evidencia de que las pantallas afectan la concentración y habilidades básicas de lectura y escritura.
Según la ministra Lotta Edholm, el objetivo es “reducir distracciones y mejorar el aprendizaje”, en un camino opuesto al que adoptaron otros países durante la década digital.