Más del 50% de la población mundial vive en ciudades, y se estima que para 2050 ese número llegará al 70%, según ONU-Habitat. En Buenos Aires, donde el espacio verde por habitante es de apenas 6,3 m², el desafío de reconectar con la naturaleza dentro del entorno urbano se vuelve cada vez más urgente en la arquitectura actual.
La sobreabundancia de edificios grises y esta escasez de espacios verdes no solo afecta la calidad del aire o la temperatura ambiente, sino también el bienestar físico y emocional de quienes habitan la ciudad.
¿Necesidad estética o demanda de calidad de vida?
Diversos estudios, incluyendo los de la Organización Mundial de la Salud (OMS), destacan que el contacto habitual con la naturaleza mejora la salud mental, reduce el estrés y promueve hábitos de vida más activos.
En este escenario, los desarrollos inmobiliarios que incorporan espacios verdes, terrazas ajardinadas y diseño biofílico no solo responden a una necesidad estética, sino también a una demanda concreta de calidad de vida.
La tendencia global apunta hacia un urbanismo más consciente, donde la integración con el entorno natural no es un lujo, sino una condición esencial. En Buenos Aires, esta transformación ya está en marcha, con propuestas que buscan equilibrar la vida urbana con el bienestar que brinda la naturaleza.
Arquitectura biofílica y biomímesis: nuevo diseño urbano
La arquitectura biofílica parte de una premisa simple pero poderosa: los seres humanos necesitamos estar en contacto con la naturaleza para vivir mejor.
Este enfoque se traduce en proyectos que priorizan la luz natural, la ventilación cruzada, la presencia de vegetación y la conexión visual con el entorno. No se trata solo de sumar plantas, sino de diseñar espacios que generen una experiencia sensorial positiva y saludable.
Una de las disciplinas más innovadoras en este campo es la biomímesis, que toma como modelo las formas, estructuras y procesos de la naturaleza para inspirar soluciones arquitectónicas.
Esta mirada permite crear edificios más eficientes, sostenibles y estéticamente integrados con su entorno. En lugar de imponer estructuras rígidas, se busca que la arquitectura dialogue con el paisaje urbano y natural.
Fuente: Cronista.