El último jueves enjuiciaron a un individuo acusado de someter a graves vejámenes a la hija de su ex pareja desde que tenía 11 años de edad, durante un largo período de tiempo donde sufrió abusos sexuales reiterados, reducción a la servidumbre y permanente encierro.
El fiscal Nelson Mastorchio solicitó una pena de 14 años de prisión para un sujeto acusado de cometer reiterados abusos sexuales a una niña, a la que sometió durante años en un contexto de encierro, violencia, manipulación y total indefensión.
Enjuiciado
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La instructora judicial María José Suárez y el fiscal Nelson Mastorchio encabezaron la acusación contra el sujeto acusado de los vejámenes a la menor.
ARCHIVO LA OPINION
El juicio oral se desarrolló este jueves ante el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1, en una jornada donde se expuso el profundo sufrimiento atravesado por la menor y la gravedad de los hechos imputados.
Según la acusación, el imputado –expareja de la madre de la víctima– aprovechó la guarda que ejercía sobre la niña desde que tenía once años, luego de que su madre abandonara el hogar, para someterla a distintos tipos de abusos en un entorno familiar donde se encontraba aislada, sin contención ni posibilidad de pedir ayuda.
Durante aproximadamente tres años, entre 2020 y 2023, la niña vivió bajo condiciones de encierro y sometimiento dentro de una vivienda del barrio Kennedy, donde convivía con el acusado y las hijas de una relación anterior que serían también las verdugas en complicidad con el sujeto.
En ese contexto, fue objeto de maltrato físico y psicológico, privada de su libertad y obligada a realizar tareas domésticas como si fuera una sirvienta.
El entorno que debía protegerla se convirtió en el escenario de un padecimiento sostenido, donde cada vínculo estaba atravesado por la hostilidad, el silencio y el miedo.
El fiscal Mastorchio sostuvo que la niña fue víctima de un proceso sistemático de sometimiento que dejó secuelas tanto en su salud física como en su desarrollo emocional y psíquico. Señaló que el acusado, con la complicidad de otros adultos del hogar, ejerció un control total sobre su vida cotidiana, restringiendo su libertad y cercenando cualquier intento de protección o auxilio externo.
La situación se mantuvo hasta que la menor logró salir de la vivienda y pedir ayuda, lo que permitió que una hermana radicara la denuncia y se activaran los mecanismos judiciales y sanitarios de intervención.
En la audiencia de debate, el fiscal presentó pruebas clave como el testimonio de la víctima en cámara Gesell, informes médicos que constataron lesiones compatibles con los hechos denunciados y pericias psicológicas que dieron cuenta del impacto emocional provocado por años de sometimiento. Declararon, entre otros profesionales, la médica policial que la examinó tras la denuncia y la licenciada Patricia Batista, perito psicóloga del Poder Judicial.
La causa fue caratulada como abuso sexual con acceso carnal reiterado agravado por la guarda y por el daño en la salud, corrupción de menores doblemente agravada por la guarda y la edad, y privación ilegal de la libertad doblemente agravada por la edad y la convivencia.
El juicio se llevó a cabo en una única jornada con la participación del fiscal Nelson Mastorchio y la instructora judicial María José Suárez como encargados de la acusación fiscal y de la defensora oficial Florencia Montanari a cargo de velar por los intereses del imputado.
El Tribunal Oral en lo Criminal 1 estuvo integrado por los jueces Marcela Santoro (presidente), Ignacio Utturry y Carlos Picco.
El veredicto se dará a conocer el lunes 30 de junio al mediodía en los Tribunales de nuestra ciudad.
Siempre te voy a hacer esto
El sujeto vulneró la integridad sexual de la menor y durante el tiempo que duró el encierro perpetró una gran cantidad de abusos a la niña y en algunas oportunidades la lastimó sin brindarle atención médica.
Era el adulto responsable de las menores que residían en esa morada, donde estaba a cargo de las hijas biológicas y de la víctima, a quien su progenitora la dejó expuesta a los vejámenes cuando abandonó la casa.
La mujer se retiró de ese hogar y dejó a su hija en padecimientos traumáticos durante varios años que le provocaron un calvario insoportable.
En esa casa del barrio Kennedy padeció los sometimientos sexuales en un estado de absoluta indefensión.
El agresor repetía cada vez que la violaba: “siempre te voy a hacer esto”, para agregarle una manipulación psicológica a la agresión sexual.
Agresiones de las hermanastras
Las hijas de este sujeto, quienes serían las hermanastras de la menor, también agredían físicamente a la niña.
Los ataques físicos de las demás integrantes de la morada, durante la convivencia, agregaba cercenamiento y coacción psicológica a su padecimiento que cada día se reproducía en su perjuicio.
Para la acusación fiscal, tal como lo sostuvo Mastorchio durante la instrucción y en el juicio oral: “el agresor mantenía privada ilegalmente de la libertad a la niña mediante el encierro de la misma adentro de la casa; donde permanecía controlada por los convivientes y encerrada con candado adentro de la morada en los breves momentos en los que quedaba sola. Esta situación de cautiverio generada y aprovechada por el abusador para satisfacer sus apetencias sexuales y también por sus hermanas”. La mantenían encerrada, la obligaban a realizar las tareas domésticas; como si fuera la sirvienta de la familia este calvario duró hasta que la menor pudo escapar de la casa y buscó ayuda lo que finalizó con la denuncia acompañada de un familiar al que le pudo pedir ayuda y acompañamiento.
La víctima brindó su desgarrador testimonio en el dispositivo de Cámara Gesell que se exhibió en la sala de audiencias del juicio oral.