El escenario climático que acompañó a los productores durante gran parte del año —con lluvias abundantes y registros muy por encima de los promedios históricos— acaba de sumar un nuevo capítulo de incertidumbre. En los últimos días, la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA) confirmó lo que los modelos internacionales venían anticipando: “La Niña ya comenzó”.
El dato surge del último informe elaborado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), el organismo estadounidense más consultado a nivel mundial en materia de pronósticos climáticos, que detectó un enfriamiento consistente de las aguas del Océano Pacífico ecuatorial, típico del fenómeno La Niña.
Embed - https://publish.x.com/oembed?url=https://x.com/SMN_Argentina/status/1980249447389900837&partner=&hide_thread=false
Qué implica su regreso
La presencia de La Niña suele asociarse a una disminución de las precipitaciones y un aumento de las temperaturas, condiciones que pueden generar estrés hídrico en los cultivos. Tras un año marcado por la recuperación de los perfiles de humedad y el repunte productivo, su regreso reaviva las alertas en el sector agrícola.
De acuerdo con el reporte de la ORA, “las temperaturas superficiales del mar se encuentran por debajo del promedio en la mayor parte del Pacífico tropical, y las variables atmosféricas acompañan esa tendencia”.
En otras palabras, el océano vuelve a enfriarse, dando lugar a un nuevo episodio de La Niña, aunque —según aclara el informe— su intensidad sería débil.
Hasta cuándo durará
Los modelos globales analizados por la ORA prevén que las condiciones actuales persistirán entre diciembre de 2025 y febrero de 2026, con una probable transición hacia un estado neutro entre enero y marzo del próximo año.
En términos probabilísticos, la chance de que La Niña se mantenga activa es cercana al 80% para el trimestre septiembre-noviembre, y similar para octubre-diciembre. Sin embargo, a partir del verano, esa probabilidad cae por debajo del 50%.
“Por el momento, se espera que el fenómeno tenga una intensidad débil y duración limitada”, precisó la ORA, llevando cierta calma a los productores que ya comenzaron a planificar la próxima campaña de gruesa.
Un nuevo desafío para el agro
Si bien los especialistas remarcan que no se prevén impactos severos, la aparición de La Niña siempre es motivo de seguimiento. Su evolución definirá, en buena medida, la disponibilidad de agua para los cultivos de soja y maíz, los más sensibles a la falta de lluvias durante las etapas críticas.
Tras un 2024 de abundantes precipitaciones y recuperación productiva, el campo vuelve a mirar al cielo con atención. Esta vez, con la esperanza de que La Niña sea apenas una brisa pasajera y no un vendaval de sequía.