La historia de Aralar comenzó en agosto de 1992, pero su germen se remonta algunos años atrás, cuando Lidia Piatti —por entonces técnica en medicina nuclear— organizó junto a un familiar un congreso en Río de Janeiro. Ese primer acercamiento al mundo del turismo dejó una huella imborrable. “Me encantó, me encantó, me encantó”, recuerda Lidia con entusiasmo. Aunque en ese momento priorizó su carrera en el área de la salud, años después tomó una decisión que cambiaría su vida: dejó el instituto donde trabajaba, obtuvo una licencia y ya no volvió. En cambio, se enfocó por completo en el turismo. “Sentí que esta era mi verdadera vocación, sobre todo por la parte humanitaria de tratar con personas. Pasé de atender pacientes a atender gente de otra manera, con otro espíritu, otra dinámica y otra energía”.
Así nació Aralar Viajes, en un pequeño espacio que luego se convertiría en una marca reconocida en la ciudad.
Aralar: conexión emocional con la montaña
El nombre de la agencia no es casual. “Hay un monte en el País Vasco, en Navarra, que se llama San Miguel de Aralar. Lo visité en 1979 y me impactó muchísimo”, explica Lidia. El paisaje nevado, el esquí de fondo, la inmensidad de la montaña… todo eso quedó grabado en su memoria y se transformó en el sello de su proyecto.
“La montaña me inspira inmensidad, y a la vez me hace sentir muy pequeña frente a semejante estructura. Es mi paisaje preferido, más incluso que el mar”, confiesa.
Pionera en viajes de quinceañeras
Desde sus primeros pasos, Aralar apostó fuerte al turismo internacional, y esa sigue siendo una de sus grandes fortalezas. Solo dos años después de abrir sus puertas, lanzó su primer viaje grupal de quinceañeras a Disney, una propuesta que con el tiempo se convirtió en insignia de la agencia.
“Ya llevamos 30 años con los viajes de quinceañeras, y siempre fuimos agregando segmentos, ampliando servicios. El internacional fue siempre nuestro fuerte”, señala Lidia.
Con el correr del tiempo, la empresa también incorporó circuitos por Europa, destinos exóticos, turismo corporativo y viajes a medida. Acompañando los vaivenes económicos del país, Aralar supo adaptarse y mantenerse vigente.
Superar las crisis: del 2001 a la pandemia
El turismo no está exento de los contextos globales y nacionales. Aralar atravesó distintas crisis: desde los atentados del 11 de septiembre en 2001 —que afectaron los viajes a EE. UU.— hasta el colapso económico argentino del mismo año, que golpeó los destinos de Caribe y Brasil.
Pero sin dudas, el desafío más grande llegó en 2020 con la pandemia de COVID-19. “Después de tocar fondo en la pandemia, el turismo empezó nuevamente a escalar. Algunos pudieron volver a posicionarse, otros lamentablemente cerraron. Todo depende de la estructura y los ahorros que hayas hecho”, reconoce Lidia.
Sin embargo, incluso en ese contexto crítico, Aralar supo mantenerse firme. “Durante la pandemia fuimos nosotros, desde las agencias, los que trajimos gente de vuelta al país, incluso ayudando a pasajeros de otras agencias. Ahí no importaba de quién era el cliente: el objetivo era que volviera a su casa”.
Los nuevos desafíos
Hoy en día, muchos viajeros optan por organizar sus propios viajes a través de plataformas digitales. Pero según Lidia y Nahiara, la experiencia de una agencia profesional sigue marcando la diferencia.
“La gente tiene mucha información, pero no siempre tiene capacidad de discernimiento. Nuestro trabajo no es solo asesorar, sino resolver. Los errores en una reserva online pueden ser costosos: fechas equivocadas, hoteles que no son lo que parecían, vuelos mal seleccionados. Todo eso pasa, y por eso muchos vuelven a la agencia después de una mala experiencia”, señala Lidia.
Además, destacan la atención personalizada como un valor diferencial. “Hacemos lo que llamamos trajes a medida. Intentamos interpretar el deseo del pasajero, conocer su perfil, sus expectativas y su presupuesto para armarle un viaje a la medida. Es un trabajo muy personalizado”, agrega Nahiara.
Experiencia y formación continua
Adaptarse a los cambios tecnológicos fue clave para Aralar. “Cuando empecé, lo más novedoso era un fax. Después vino la computadora conectada a través de línea telefónica. Hoy, todo pasa por las redes sociales”, recuerda Lidia.
Aún así, subraya que la tecnología es solo una herramienta. “Lo más importante es el conocimiento, la experiencia, la investigación. A mí me encanta la historia y la geografía, así que cuando armo un viaje me pongo a estudiar. No improviso. Me gusta transmitirle al pasajero lo que yo viví: un bar, un restaurante, un mercado. Todo eso suma a la experiencia del viaje”.
Una empresa con corazón y pasión
Hoy, Aralar Viajes es conducida por Lidia Piatti y su hija Nahiara Otegui, quienes trabajan codo a codo manteniendo el espíritu original del emprendimiento, pero con una mirada joven, actualizada y profesional.
“Tenemos pasajeros que prácticamente ya son como de la familia”, comentan con orgullo. La relación con el cliente es cercana, de confianza, y muchas veces se extiende durante años y generaciones.
La agencia, ubicada en Moreno 717 de Pergamino, no solo atiende a clientes locales, sino que también asesora a personas de otras ciudades que buscan ese toque humano que muchas veces las plataformas digitales no pueden ofrecer.
El servicio como vocación
En Aralar, viajar no es solo un negocio, sino una pasión compartida. “Cuando uno transmite lo que vivió, no es lo mismo que repetir algo que leyó. Viajar te forma, te enriquece, y eso se nota en cómo lo compartís”, resume Lidia.
Y ese es, quizás, el secreto de Aralar Viajes: detrás de cada itinerario, hay empatía, escucha, conocimiento y dedicación. Por eso, a más de 30 años de su fundación, sigue siendo una referencia en turismo personalizado en Pergamino y más allá.