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Nadie escapa a las dos problemáticas básicas de todo ser humano: el amor y la muerte, expresó Gabriel Rolón, quien ofrecerá mañana dos funciones de la obra. Además actúan Alejo García Pintos, Malena Rolón y Carlos Nieto, también a cargo de la dirección.
DE LA REDACCION. El psicoanalista y escritor Gabriel Rolón subirá a escena como actor protagónico en Historias de diván, la obra, basada en el libro homónimo de su autoría en un nuevo desafío dentro de una carrera profesional que lo llevó a transitar distintos formatos.
La obra se presentará mañana con dos funciones: a las 21:30 (localidades agotadas) y a las 23:15, en la sala mayor de la Casa de la Cultura, General Paz y San Nicolás.
Las plateas numeradas cuestan 400 y 350 pesos y se venden en mi Piace, Complejo LA OPINION Plaza o través de plateaunotickets.com
Inspirada en hechos reales y con las actuaciones de Gabriel Rolón, Alejo García Pintos, Malena Rolón y la dirección de Carlos Nieto, Historias de diván expone los interrogantes esenciales de la vida, el amor y la muerte.
Basada en el libro homónimo de Gabriel Rolón, Historias de Diván cuenta las alternativas del tratamiento de Majo, una adolescente obsesionada por la muerte y de Antonio, un sacerdote al que su fe ha dejado de sostenerlo y busca respuestas en el Psicoanálisis. Las dudas y los temores del terapeuta también entran en conflicto, lo cual se refleja en las sesiones que tiene con su propio analista.
Transcribimos a continuación una entrevista realizada a Gabriel Rolón.
- Historias de Diván está inspirada en hechos reales, ¿que lo motivó a trasladar esas experiencias en una ficción literaria y luego llevarla al teatro?
- Mi compromiso con la difusión del Psicoanálisis, una técnica noble que tanto me ha ayudado como profesional y como paciente. Cada tanto soplan vientos fuertes que quieren convencer a la gente de que los analistas sostenemos una técnica antigua e ineficaz ante el avance de las nuevas teorías. Mi deseo es demostrar que quienes sostienen eso se equivocan. Valoro la llegada de descubrimientos psicológicos y médicos que nos aporten más herramientas para ayudar a los pacientes. Pero sé, porque lo veo a diario, que el Psicoanálisis sigue siendo una vía posible para todo aquel que esté angustiado, no pueda solo o tenga alguna pregunta que lo recorra y no pueda responder. Y me pareció que la manera que tenía de comunicar esto eran los libros y los medios.
- ¿Por qué eligió estos casos para entramarla?
- Porque me permiten mostrar las dos columnas principales que discurren dentro de un análisis: la emoción y el inconsciente. Majo es pura fuerza, pasión, en su doble acepción de placer y dolor, es riesgo y frescura, desacato y drama. Antonio, a su vez, me permite mostrar la verdad oculta, la importancia de la sexualidad infantil, lo traumático y cómo la palabra puede desanudar la angustia muda. Además porque han sido dos casos que, en su momento, me plantearon muchas dudas, conmovieron mi saber y tuve que enfrentar momentos muy complejos en el curso de esos tratamientos.
- A menudo sus libros son consumidos por públicos de diferentes edades ¿ocurre lo mismo con la obra de teatro?
- Sí. A la obra vienen a veces la abuela, la madre y la nieta. Es muy fuerte ver eso. Pero es comprensible. No importa la edad que se tenga, nadie escapa a las dos problemáticas básicas de todo ser humano: el amor y la muerte.
- Estudió música, casi se recibe de profesor de Matemáticas; obviamente, es psicólogo ¿Imaginaba abordar como carrera a la actuación?
- Desde la adolescencia, la música y el teatro fueron las ramas del arte que me apasionaban. De hecho soy maestro de música y de guitarra, estudié además cinco años de armonía y composición y actuación cuando era muy joven y hace poco, cuando decidí realizar Historias de diván (la obra). De modo que siempre estuvo en mi deseo actuar, hacer música y me preparé todo lo que pude para hacerlo. Eso no implica que piense que tome la actuación como una carrera. Es una aventura maravillosa que ojalá pueda darme algunas emociones más. Pero mi carrera es la Psicología y, hasta cierto punto, la escritura. Lo otro es un primer amor que cada tanto me permite una caricia.
Cuando el actor se baja del escenario, el psicólogo vuelve a la consulta y a analizar.
- ¿Seguimos siendo, los argentinos, los más analizados del mundo?
- Así parece ser si nos dejamos llevar por las encuestas. Lo cual me alaga, porque implica que hemos podido darle un lugar de importancia a nuestra salud mental y psíquica. Algo que, incluso en países muy avanzados, está aún lejos.
- ¿Cómo aprendió el oficio de contar? ¿Cómo trabaja el arte?
- Desde la infancia me acompañaron los libros: Los viajes del Capitán Gulliver, el hermoso y perverso Dorian Gray o los genios de Las mil y una noches. Me fascinaba escuchar a mis padres cuando me hablaban de su niñez, sus pequeños pueblos habitados de personajes que mi imaginación ayudaba a construir. Siempre me gustaron los cuentos y las voces de los que me los narraron. Creo que ahí empecé a apasionarme por el arte de contar. Más tarde llegó Alejandro Dolina y con él la experiencia de escuchar cada noche al mejor narrador que he conocido. Además soy músico y sé de los matices, los silencios y las cadencias. Creo que el arte se trabaja estudiando. Aprendiendo cómo los grandes hicieron sus obras para nutrirse de ellos y encontrar luego un estilo propio y auténtico.
- ¿Qué le queda pendiente?
- Muchas cosas. Por lo pronto estoy escribiendo la segunda novela, en saga con Los Padecientes. Trabajo sobre un ensayo analítico, una nueva obra teatral y, por supuesto, el consultorio. Es la maravilla del Psicoanálisis: hacernos sentir en carne viva que siempre hay un deseo más que justifica la vida.