miércoles 31 de diciembre de 2025

El fin de la "casa vidriera": La arquitectura vira hacia el diseño emocional y el lujo silencioso

Entre 2025 y 2027, la casa deja de ser un objeto estético para transformarse en un ecosistema basado en la experiencia del habitante.

31 de diciembre de 2025 - 09:40

La arquitectura argentina está atravesando un cambio de piel. La vieja premisa de la "casa linda" —aquella diseñada para ser admirada desde afuera o en una fotografía de revista— está siendo desplazada por un concepto mucho más humano y pragmático: el hogar diseñado desde la vida real.

El paradigma actual se centra en entender cómo nos movemos, cómo trabajamos y cómo nos vinculamos dentro de nuestros refugios privados para proyectar desde allí.

Esta transformación, que se consolidará entre 2025 y 2027, propone que la vivienda ya no sea un mero refugio estático, sino un ecosistema dinámico que acompaña las nuevas rutinas del siglo XXI. Para lograrlo, la disciplina ha comenzado a tomar herramientas prestadas del diseño de experiencia (UX), trazando mapas de deseos y detectando las "fricciones" diarias que un mal diseño puede generar en el ánimo de las personas.

El diseño emocional como punto de partida

El concepto de diseño emocional propone construir la casa "de adentro hacia afuera". Aquí, la funcionalidad no se mide estrictamente por los metros cuadrados totales, sino por la capacidad del espacio para responder a gestos cotidianos. La fluidez de la circulación y la creación de áreas de transición confortables son las nuevas prioridades.

Un ejemplo claro de esta tendencia es la jerarquización del ingreso. El hall de entrada ha dejado de ser un simple lugar de paso para convertirse en un ritual de llegada. A través del uso de luz natural, texturas cálidas y elementos sensoriales, se busca que esos primeros segundos al entrar al hogar condicionen positivamente la percepción de bienestar del habitante, marcando un límite claro entre el caos exterior y la calma doméstica.

La cocina social y la flexibilidad de los ambientes

La cocina ha terminado de consolidar su rol como el corazón emocional de la vivienda. Su diseño ya no es puramente técnico; hoy se proyecta para momentos de encuentro real. La inclusión de islas versátiles, coffee stations y una iluminación minuciosamente cuidada responde a la necesidad de convertir las tareas diarias en experiencias compartidas, desde desayunos rápidos hasta charlas profundas al final del día.

Sin embargo, esta búsqueda de integración no es una regla inamovible. La arquitectura contemporánea huye de las fórmulas únicas y abraza la personalización absoluta. La decisión de integrar o separar ambientes como el comedor, el escritorio o la cocina depende ahora exclusivamente del estilo de vida del usuario: el teletrabajo, la presencia de niños o las necesidades acústicas son las que dictan la forma final del plano.

Lujo silencioso y coherencia conceptual

En términos estéticos, el "más es más" ha quedado relegado. La tendencia que domina la escena es el lujo silencioso, una apuesta por la elegancia funcional y sin estridencias. Se priorizan materiales nobles como la madera real, la piedra, el lino y las texturas orgánicas que transmiten serenidad. La calidad y la durabilidad se imponen sobre el impacto visual inmediato, buscando una belleza que resista el paso del tiempo.

Esta longevidad estética se apoya en una sólida coherencia conceptual. Los proyectos más destacados de la actualidad presentan un "hilo conductor" claro donde cada ambiente, color y material responde a una narrativa predefinida. Esa solidez es la que diferencia a una construcción genérica de una vivienda con identidad propia.

La integración con el ecosistema local

Finalmente, la relación con el exterior ha dado un salto cualitativo. Los balcones y galerías ya no se perciben como apéndices de la casa, sino como una extensión natural del living, utilizando aberturas de piso a techo para borrar los límites físicos. Pero el cambio más profundo se observa en el paisajismo: el retorno a la vegetación autóctona.

Más allá de una elección decorativa, la nueva arquitectura busca reconectar la vivienda con su entorno natural original. El uso de plantas y flores locales no solo facilita el mantenimiento, sino que busca favorecer la polinización y recuperar el equilibrio de la flora y fauna regional. En definitiva, la arquitectura que viene no busca imponerse sobre el paisaje, sino mejorar la experiencia humana a través de un diálogo inteligente con el entorno.

Fuente: Los Andes.

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