El drama de las inundaciones en la cuenca del Río Salado, una problemática que castiga cíclicamente al noroeste y oeste de la provincia de Buenos Aires, sumó en las últimas horas un nuevo capítulo administrativo en medio de la tensión política en la cuenca del Salado.
El Gobierno Nacional confirmó la transferencia de una parte de los fondos de asistencia que habían sido comprometidos el pasado mes de noviembre, cuando la emergencia hídrica alcanzó su punto más crítico.
En aquel entonces, en el marco de una visita a las zonas afectadas, las autoridades nacionales habían anunciado un paquete global de 1.900 millones de pesos. Sin embargo, la concreción de dicha ayuda se vio demorada, alimentando el "fuego cruzado" entre la Casa Rosada y la administración provincial por la parálisis en las obras de canalización y dragado, fundamentales para evitar el anegamiento de los campos.
El detalle de la asistencia
A través de la Resolución 250/2025, la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca informó que se efectivizó el envío de 1.046 millones de pesos. Estos recursos llegan bajo la modalidad de Aportes No Reintegrables (ANR) y se gestionan mediante el Fondo Nacional para la Mitigación de Emergencias y Desastres Agropecuarios (Foneda), en cumplimiento de la Ley N° 26.509.
Los distritos que recibirán esta partida presupuestaria son:
* Zona núcleo y alrededores: 9 de Julio, Carlos Casares, Carlos Tejedor, Bolívar y 25 de Mayo.
* Otros partidos afectados: Laprida, Roque Pérez, Las Flores, General Guido y Monte.
Expectativa en las entidades rurales
Pese al anuncio, el clima entre los productores agropecuarios es de cautela. Si bien reconocen que el ingreso de divisas es necesario para paliar las pérdidas inmediatas, remarcan que el monto es insuficiente frente a la magnitud del desastre productivo. "Mucha plata no es, pero todo sirve", deslizaron desde una de las entidades rurales que nuclea a los damnificados de la región.
Por estas horas, los dirigentes gremiales del campo mantienen contacto directo con los municipios mencionados para monitorear el destino final del caudal de dinero. La preocupación central sigue siendo la misma: la necesidad de que la política deje de lado las diferencias ideológicas para dar paso a las obras de infraestructura que pongan fin al eterno padecimiento de la cuenca.