El Vaticano se prepara para el cónclave. El protocolo de sucesión,el rol tienen los cardenales y quiénes son los nombres que suenan como sucesores.
Conclave: ahora por lo menos 7 son los candidatos a suceder al Papa Francisco
LAOPINIONTras la muerte del Papa Francisco, el Vaticano entró en período de Sede Vacante. En las próximas semanas se convocará al cónclave, la asamblea secreta que elegirá a su sucesor. Con un colegio cardenalicio más diverso que nunca, la elección del nuevo Pontífice podría marcar el rumbo futuro de la Iglesia Católica.
Cuando un Papa muere, la Santa Sede activa un complejo protocolo milenario. Primero se declara oficialmente la Sede Vacante, y el Camarlengo asume la administración del Vaticano. Luego, se convoca al cónclave, una reunión secreta de cardenales menores de 80 años que se lleva a cabo en la Capilla Sixtina.
Los cardenales electores son encerrados “cum clave” (bajo llave) y votan hasta cuatro veces por día. Para elegir un nuevo Papa se necesita una mayoría calificada: dos tercios de los votos. Cuando hay consenso, se realiza la famosa fumata blanca que anuncia: “Habemus Papam”.
Durante su pontificado, Francisco nombró a la mayoría de los cardenales que hoy integran el cuerpo electoral. Apostó por una Iglesia más global y descentralizada, eligiendo cardenales de África, Asia, América Latina y de las periferias más olvidadas.
Pero esa diversidad geográfica no significa unidad ideológica. Las tensiones internas son claras. En el próximo cónclave se enfrentarán tres grandes corrientes: los progresistas afines al legado de Francisco, los moderados diplomáticos y pragmáticos, y los conservadores, que ven con preocupación muchas de las reformas impulsadas en la última década.
Detrás de los muros centenarios del Vaticano, las internas y alianzas se juegan como en cualquier proceso político. La periodista italiana Francesca Ambrogetti, biógrafa de Bergoglio, advirtió:
“Va a haber una ofensiva conservadora. Las Iglesias más periféricas suelen ser más nuevas y se aferran a las tradiciones. Pueden salir compromisos, nuevos escenarios.”
El próximo Papa heredará una Iglesia atravesada por debates intensos: el rol de la mujer, los abusos, el celibato, los divorciados, la pastoral LGTBQ+ y la relación con los populismos globales. Nada está asegurado.
Los nombres que circulan como “papables” son pocos, pero con perfiles muy distintos. A continuación, un repaso de los principales candidatos para suceder al Papa Francisco:
Matteo Zuppi (Italia – 69 años)
Arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Cercano a Francisco y a la Comunidad de Sant’Egidio, representa el ala progresista. Se lo conoce como “el cura de la calle”. Es hoy el gran favorito si se busca continuidad.
Luis Antonio Tagle (Filipinas – 67 años)
Exarzobispo de Manila y actual prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Tiene un estilo pastoral, abierto y empático. Es uno de los preferidos por los sectores reformistas del sur global.
Pietro Parolin (Italia – 70 años)
Secretario de Estado del Vaticano. Figura clave en la diplomacia de la Santa Sede. Se lo considera moderado y pragmático, con buena llegada a todos los sectores. Sería un “candidato de equilibrio”.
Raymond Leo Burke (EE.UU. – 76 años)
Representa el ala ultraconservadora. Crítico constante de Francisco, se opuso a sus reformas y fue apartado de cargos clave. Es poco probable que consiga el consenso necesario, pero su influencia en el cónclave es real.
Willem Eijk (Países Bajos – 71 años)
Arzobispo de Utrecht, es uno de los nombres fuertes del bloque conservador europeo. Crítico de la apertura doctrinal, especialmente en temas como la comunión a divorciados. Es visto como heredero espiritual de Benedicto XVI.
Peter Turkson (Ghana – 76 años)
Podría ser el primer papa africano. Ex prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, cercano al progresismo y con fuerte enfoque global. Tiene carisma, pero su edad y perfil discreto podrían jugar en contra.
Péter Erdo (Hungría – 71 años)
Cardenal conservador, con experiencia en diálogo político. Fue clave en el acercamiento entre el Vaticano y el gobierno húngaro de Viktor Orbán. Puede atraer a sectores que buscan firmeza doctrinal sin ruptura institucional.
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