Agosto dejó lluvias históricas en la región núcleo, un fenómeno que técnicos calificaron como “cisne negro” por su rareza e impacto. Con suelos saturados en un 83% justo al inicio de los meses más húmedos, la campaña agrícola se enfrenta a un escenario inédito: enormes oportunidades para los cultivos, pero también riesgos que pueden alterar toda la planificación.
En Monte Maíz, los técnicos apelaron al término “cisne negro” para describir las precipitaciones de agosto, inéditas en los últimos 90 años. Lo que parecía exagerado se confirmó con datos contundentes: la red GEA/BCR midió un promedio mensual de 193 mm en 36 estaciones, contra una media histórica de apenas 30 mm. Fue el agosto más lluvioso en tres décadas, superando incluso a 2015.
Localidades como María Teresa (344 mm), Chovet (290 mm), Godeken (288 mm) y Pergamino (286 mm) reflejaron la magnitud del fenómeno. Este inusual aporte de agua llegó en pleno invierno —la estación más seca— dejando los perfiles cargados justo antes de los meses que, de por sí, concentran más de 100 mm promedio entre octubre y diciembre. Con un Atlántico caliente que podría sumar más humedad, la incertidumbre crece.
Suelos saturados: riesgo de siembras y labores
El 83% de la región núcleo tiene sus suelos saturados en el primer metro y en profundidad. El panorama complica la siembra temprana de maíz en septiembre, el ingreso a lotes de trigo para controlar enfermedades, la reposición de nitrógeno y la recolección de la cosecha fina. Hoy, la necesidad es clara: contar los días sin lluvias para avanzar con las tareas.
Las áreas del oeste muestran menos vulnerabilidad gracias a suelos con mayor capacidad de drenaje. En Corral de Bustos, por ejemplo, el agua desapareció rápidamente incluso tras acumulados altos. En cambio, hacia el este, los excesos agravaron superficies anegadas y lotes de trigo comprometidos. La franja crítica se extiende de Junín hacia el sur, donde la falta de escurrimiento multiplica los problemas.
Trigo: entre un techo alto y la amenaza de enfermedades
Pese a los excesos, el trigo conserva un gran potencial: el 25% de los lotes está en condición excelente, 55% bueno y 17% muy bueno. Apenas un 3% se ubica en estado regular a malo por anegamientos. En el sudeste cordobés, los cultivos lucen con alta producción de macollos; en el centro-sur santafesino, localidades como María Susana proyectan rindes de hasta 60 qq/ha, siempre que no lleguen heladas tardías.
El riesgo, sin embargo, no es menor. La presión fúngica crece con los suelos encharcados y la falta de piso impide aplicar fungicidas en tiempo y forma. A esto se suma la pérdida de nitrógeno por lavado y desnitrificación, un factor que limitaría rindes sin posibilidad de refertilización.
En Carlos Pellegrini, se estima que un 3% de los lotes de trigo se perderán, con chances de que el número crezca si septiembre mantiene el pulso lluvioso. La ventana para sostener las expectativas de altos rendimientos dependerá de que las precipitaciones den un respiro.
Maíz en pausa: la siembra depende del piso
La siembra de maíz temprano debía arrancar esta semana, pero la falta de piso lo impide. En Aldao calculan al menos 10 días de espera, mientras que en Junín se baraja migrar parte del área a maíz tardío o soja. En Marcos Juárez, se piensa en dividir siembras, dejando zonas bajas para más adelante.
En contraste, subzonas como Bombal proyectan cumplir con toda el área de maíz temprano hacia mediados de septiembre, siempre que no llegue otro evento extremo. En Corral de Bustos, pese a las lluvias “de locura”, el rápido drenaje da margen para avanzar, aunque la temperatura del suelo todavía es un limitante. Cada día seco se vuelve ahora un recurso estratégico: lo que hasta hace poco era un problema de falta de agua, hoy es un dilema de exceso.
Clima a corto plazo: entre heladas y nuevas lluvias
El consultor Alfredo Elorriaga anticipa una pausa hídrica durante la primera década de septiembre, con aire frío y seco y heladas generalizadas entre el 5 y 6 de septiembre, con mínimas de -3°C a -5°C. Será una ventana clave para que los suelos drenen y los productores tomen decisiones.
Luego, las mínimas subirán lentamente, aunque seguirán bajas para la época. Las máximas oscilarán entre 13-16°C al inicio de la semana y 24-28°C hacia el final. El 10 de septiembre podría volver la inestabilidad en el sur y este de la región núcleo. Después de contar cada milímetro de lluvia en campañas recientes, hoy el campo mira el cielo con otra lógica: contar los días sin ella para sostener el ritmo de siembra.