¿Sabías que tu casa puede influir directamente en cómo te sentís? No hablamos solo de si está linda o prolija, sino de algo mucho más profundo: cómo los espacios que habitamos pueden impactar en nuestras emociones, en nuestro nivel de estrés y hasta en la calidad de nuestro descanso. Todo esto lo estudia la neuroarquitectura, una disciplina que cruza arquitectura, psicología y neurociencia para mejorar el bienestar a través del diseño.
¿Qué es la neuroarquitectura?
La neuroarquitectura investiga cómo los estímulos del entorno -como la luz, los colores, las texturas o incluso los aromas- activan ciertas zonas del cerebro y generan respuestas emocionales. Básicamente, demuestra que lo que nos rodea nos afecta, para bien o para mal.
Y sí, hay evidencia científica detrás de esto: estudios neurológicos muestran que ciertas condiciones espaciales pueden elevar o reducir el estrés, mejorar la concentración o promover el descanso. Y lo mejor: no necesitás hacer una reforma integral para empezar a notar la diferencia.
Hay diversos factores que influyen directamente en cómo te sentís en tu casa:
La luz natural
Regula nuestro reloj biológico, mejora el ánimo y favorece un buen descanso. Levantar la persiana y dejar que entre el sol puede ser más poderoso de lo que pensás.
Los colores
Los tonos cálidos aportan calma, los fríos ayudan a concentrarse. El color que elijas para una pared, un sillón o una manta no es inocente: tiene impacto.
La distribución del espacio
Cuando todo está apretado, sobrecargado o desordenado, la sensación de agobio aparece. En cambio, un ambiente con buena circulación transmite orden y tranquilidad.
Las superficies suaves y naturales suelen generar una sensación de calma y seguridad. Pensá en una manta tejida, un almohadón mullido o una alfombra de fibras naturales.
Los aromas y sonidos
Un espacio silencioso, con fragancias que te gustan, puede ayudarte a relajar o concentrarte mejor. A veces, solo hace falta una vela o un difusor.
¿Cómo aplicar la neuroarquitectura en casa?
No hace falta meterse en obras ni invertir una fortuna para empezar a aplicar estos conceptos.
-Reorganizá los muebles para mejorar la circulación y dar sensación de amplitud.
-Corré las cortinas y permití que entre más luz natural.
-Sumá colores que te transmitan buenas sensaciones.
-Incorporá texturas suaves en objetos que usás todos los días.
-Usá velas o difusores con aromas que te resulten placenteros.
-Llená tu casa de plantas: además de lindas, son aliadas del bienestar.
La neuroarquitectura nos invita a mirar nuestra casa con otros ojos. A entender que no se trata solo de estética, sino de cómo un espacio puede ayudarte a sentirte más contenida, más tranquila y más en sintonía con vos misma.
Fuente: Revista Para Ti.