lunes 09 de junio de 2025

Cristina Fernández de Kirchner y el espejo roto del peronismo

La posible inhabilitación de Cristina Kirchner obliga al peronismo a redefinirse. ¿Hay renovación real o vacío de poder tras su figura?

8 de junio de 2025 - 11:00

En la política argentina contemporánea, la figura de Cristina Kirchner ha sido, por presencia o por ausencia, el epicentro alrededor del cual se ordenó buena parte del tablero. Su decisión de postularse como diputada provincial en la tercera sección electoral volvió a ubicarla en el centro de la escena opositora

Se ha desplazando incluso al gobernador Axel Kicillof y reposicionando el discurso kirchnerista en un momento en el que el Gobierno nacional necesitaba un antagonista visible.

Pero esa foto volvió a desdibujarse. La posibilidad concreta de que la Corte Suprema confirme su condena en la causa Vialidad y, por tanto, la inhabilite para ser candidata, abre una grieta política dentro del peronismo que el oficialismo ya empieza a leer con interés. Porque sin Cristina, el peronismo se queda por ahora sin una figura capaz de ordenar, conducir y, sobre todo, movilizar.

Una centralidad que no se reemplaza fácilmente

A pesar de los múltiples intentos del oficialismo libertario por esquivar definiciones, puertas adentro reconocen que una Cristina candidata los beneficia. Les permite apelar a la dicotomía discursiva del “kirchnerismo o libertad”, una fórmula ya utilizada en la Ciudad de Buenos Aires y que funcionó como catalizador de su base electoral más ideológica. La expresidenta es, para ellos, la cara del pasado, el modelo a confrontar.

En cambio, su inhabilitación reconfigura completamente el escenario. El peronismo, que hasta ahora operaba con ella como punto de referencia y, al mismo tiempo, límite, deberá buscar nuevos liderazgos o resignarse a la atomización. Por eso, los libertarios entienden que una Cristina fuera del juego electoral puede derivar en un peronismo sin brújula, sin verticalidad, sin conductor. En otras palabras: sin estrategia.

La calle, la Corte y las consecuencias.

Pero también son conscientes de que una sentencia firme contra la expresidenta podría volver a encender la calle. Ya ocurrió en 2022, tras el pedido de condena del fiscal Diego Luciani, y podría volver a pasar ahora, si sectores del kirchnerismo duro entienden que es momento de reactivar la épica de la resistencia.

A eso se suma el dilema judicial: Cristina todavía representa una pieza clave en la negociación de las vacantes en el Poder Judicial, incluida la Corte Suprema. Con su liderazgo debilitado o anulado, ¿quién tendrá la capacidad real de negociar en nombre del peronismo? La pregunta no es menor: Milei ya dejó trascender que prefiere postergar la discusión de los pliegos hasta después de las legislativas de octubre, cuando tal vez cuente con una nueva composición del Senado.

Una era sin Cristina: ¿renovación o vacío?

La paradoja es que el oficialismo parece necesitar a Cristina tanto como el propio peronismo. En su rol de antagonista, fue útil para aglutinar al voto opositor a lo largo de varios años. Su eventual salida obliga a todos —oficialismo y oposición— a revisar sus estrategias.

¿Quién ocupará su lugar como figura nacional con capacidad de articular poder político, simbólico y territorial? ¿Será Kicillof, con su perfil de gestor universitario? ¿Podrá Sergio Massa rearmarse tras su derrota electoral? ¿Hay lugar para una renovación real o el peronismo quedará atrapado entre su historia y su incapacidad de mutar?

La Corte todavía no falló, pero el temblor político ya se siente. Si Cristina queda fuera del juego, el peronismo no solo perderá a su principal referente, también deberá enfrentarse a su mayor desafío desde la muerte de Néstor Kirchner: definir quiénes son y hacia dónde van sin ella.

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