Lucas Isa tenía apenas 16 años, había sido padre recientemente y, como muchos adolescentes en situación vulnerable, enfocaba sus energías en conseguir changas para mantener a su familia. Su muerte repentina este sábado, apenas unas horas después de que le diagnosticaran una leucemia crónica en estado avanzado, conmocionó a su entorno y dejó abierta una pregunta clave: ¿cómo detectar a tiempo esta enfermedad silenciosa?
Según relataron sus allegados, Lucas había empezado a experimentar dolores de cabeza que no vinculaba con una patología grave. Los atribuyó al cansancio, al estrés de la paternidad reciente y a las exigencias cotidianas. Pero el jueves 1 de mayo, un cuadro agudo de vómitos con sangre encendió las alarmas y motivó que su suegra, Jaquelina Campagnucci, solicitara una ambulancia para trasladarlo de urgencia al Hospital San José de Pergamino.
Allí, los médicos confirmaron rápidamente que se trataba de una leucemia crónica en estado muy avanzado. Activaron el protocolo de emergencia e intentaron múltiples intervenciones, pero el daño era irreversible. Lucas falleció durante la madrugada del sábado, dejando huérfano a su bebé de menos de un mes, Eros, y una profunda tristeza en toda la comunidad.
La importancia de los síntomas iniciales
La leucemia crónica es una enfermedad que puede avanzar silenciosamente durante meses, incluso años. Su detección temprana es fundamental para aplicar tratamientos que, en muchos casos, permiten una buena calidad de vida. Especialistas en hematología indican que los síntomas más frecuentes suelen confundirse con cuadros menores, por lo que es vital prestarles atención:
Fatiga persistente: uno de los signos más comunes. No mejora con el descanso y puede ir en aumento.
Dolores de cabeza: como en el caso de Lucas, pueden aparecer con frecuencia y sin causa aparente.
Infecciones recurrentes: debido a que el sistema inmunológico se debilita.
Hematomas o sangrados anormales: encías, nariz o vómitos con sangre, como ocurrió en los últimos días del joven.
Pérdida de peso sin causa justificada.
Sudoración excesiva, especialmente nocturna.
Palidez o color amarillento en la piel.
Dolores óseos o articulares.
“Muchas veces, el cuerpo avisa con pequeñas señales. El problema es que se suelen minimizar, especialmente en jóvenes que están atravesando situaciones personales complejas, como la paternidad precoz, la falta de acceso a controles médicos o el trabajo informal”, explicó un profesional del hospital local.
Un llamado a la prevención y al acompañamiento
Desde la Escuela Secundaria N° 7, donde Lucas cursaba cuarto año en la modalidad Arvis, señalaron que había registrado varias inasistencias en lo que iba del año, posiblemente relacionadas con su reciente paternidad y los esfuerzos por conseguir trabajo. También había pausado su participación en el fútbol juvenil del Club Argentino de Rancagua, lo que reflejaba una vida atravesada por obligaciones adultas que, quizás, lo alejaron de la posibilidad de atender sus propios síntomas a tiempo.
Para su entorno, su fallecimiento representa una pérdida dolorosa y una lección difícil: no hay que minimizar los signos del cuerpo. La suegra, quien lo consideraba como un hijo, contó que Lucas era un joven comprometido, que buscaba sostener a su familia y que muchas veces no podía acceder a trabajos estables por su edad. A pesar de esas dificultades, tenía la voluntad de salir adelante.
El impacto comunitario y la necesidad de políticas públicas
El caso de Lucas Isa revela una vulnerabilidad que va más allá de lo médico. En él se conjugan factores sociales, económicos y de salud que demandan respuestas integrales. La falta de controles periódicos, la desinformación sobre enfermedades oncológicas en adolescentes y la ausencia de recursos sanitarios accesibles son parte de una realidad que no puede seguir postergándose.
“Hay enfermedades como la leucemia crónica que, si se detectan a tiempo, pueden tratarse con buenos resultados. Pero para eso, la clave es la prevención, los chequeos de rutina y el acceso rápido a la atención médica”, advierten los especialistas.
Mientras la familia de Lucas despide al adolescente que soñaba con formar un hogar y progresar, el caso pone en evidencia una verdad dolorosa: cuando los síntomas se ignoran o se naturalizan, el diagnóstico puede llegar tarde. Y en ocasiones, como esta, no deja margen para actuar.