En un mundo cada vez más dominado por la racionalidad científica. "Como doctora en filosofía, investigadora y practicante del chamanismo, he llegado a comprender que tanto la ciencia moderna como el chamanismo tienen premisas y conclusiones que no son contradictorias en varios temas".
La neurociencia, que busca entender el cerebro y la mente a través de métodos empíricos, ha comenzado a explorar prácticas chamánicas como la meditación, el trance y el uso de plantas medicinales. En la columna anterior hemos hablado sobre la historia del chamanismo. Estudios han demostrado que estas prácticas pueden alterar estados de conciencia y provocar cambios neurofisiológicos. La liberación de neurotransmisores y la activación de ciertas áreas cerebrales durante experiencias chamánicas no solo subrayan la complejidad de la mente humana, sino que también abren la puerta a un entendimiento más profundo entre la espiritualidad y la sanación álmica.
Investigaciones utilizando imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI) han demostrado que durante estados de trance, como los inducidos por rituales chamánicos, hay una activación particular en áreas del cerebro relacionadas con la percepción sensorial, la emoción y la autoconciencia. Por ejemplo, se ha observado que el lóbulo temporal medial se activa, sugiriendo una conexión entre la espiritualidad y la neurobiología. A través de estas activaciones es que las barreras de la conciencia —lo que en psicoanálisis se conoce como superyó (aquella barrera que mantiene suprimidos los contenidos dolorosos)— se “baja” y ese contenido puede emerger a la conciencia para luego ser tratado con el analista. De esta manera, aquello que quizás mediante terapia de palabra lleva mucho tiempo encontrar, es posible hacerlo en un tiempo menor.
Sin embargo, siempre es necesario el acompañamiento psicológico una vez que estos contenidos aparecen. Uno de los peligros del renovado interés por las medicinas ancestrales y el enfoque holístico puede ser quedarse en un mero abrir contenidos reprimidos, al infinito, sin su correcta integración, logrando más bien una retraumatización que una sanación álmica (al no haber un acompañamiento psicológico y una periodicidad suficiente para permitir los períodos de integración). Por eso es muy importante buscar buenas referencias y saber cuál es la ética de la persona que facilita estas herramientas de sanación energética y no abandonar nunca los necesarios tratamientos psicológicos y médicos.
Neurotransmisores y trance:
Algunos estudios han encontrado que las experiencias de trance pueden estar asociadas con la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. Estas sustancias químicas son cruciales para la regulación del estado de ánimo y la percepción sensorial, lo que puede explicar la experiencia de éxtasis o conexión profunda que se informa en esos estados. Al entrar en estos estados de trance es posible tener la experiencia directa de la unidad de todas las cosas, llegando así a una experiencia mística que puede marcar un verdadero “antes” y “después” en la vida de una persona.
Investigación sobre EEG:
Análisis de electroencefalogramas (EEG) durante experiencias chamánicas han mostrado patrones de actividad cerebral similares a los observados durante la meditación profunda. Estos patrones pueden incluir ondas theta, que se asocian con estados de relajación profunda y acceso a estados de conciencia alterados.
Sobre esto, daré un ejemplo de un caso que recibí hace unos años. María llegó con una alergia muy severa en un lado del rostro. Ella ya estaba atendiendo el aspecto físico de la dolencia con la medicación indicada, y quería encontrar la raíz energética o álmica del síntoma para una sanación complementaria. A través de la escucha del tambor chamánico, María entró en un estado ligero de trance y comenzó a recordar una vida pasada. Ella era parte de los habitantes de uno de los templos de la diosa Isis, en el Antiguo Egipto, que fue invadido por los colonos romanos. Uno de los soldados la empujó con tal fuerza que la mitad de su rostro se desprendió del cráneo y perdió la vida.
Al permitirle a su cuerpo vivir las emociones (que no pudo procesar en ese momento), su alma o subconsciente —que no conoce la diferencia entre cada una de nuestras vidas simultáneas— pudo sanar esa experiencia a nivel del alma. Al otro día, la inflamación desapareció. Este es un ejemplo de cómo es posible tratar una dolencia de manera complementaria, uniendo herramientas ancestrales con la medicina alopática.
Estudio de la meditación y trance:
La investigación sobre la meditación ha sido útil para entender los efectos del trance chamánico. Estudios que analizan las prácticas de meditación apuntan a cambios en la estructura y función del cerebro, lo que también podría aplicarse a las experiencias chamánicas. Por ejemplo, se ha documentado un incremento en la conectividad entre regiones del cerebro involucradas en la cognición y la emoción. Así, los estados de trance alcanzados durante experiencias chamánicas permiten un mayor estado de calma y una disminución del caudal de pensamientos, permitiendo a la persona estar más en el aquí y ahora.
Investigaciones sobre los efectos terapéuticos:
Algunos estudios han examinado cómo las prácticas chamánicas pueden tener efectos terapéuticos, lo que sugiere que los estados de trance pueden facilitar el procesamiento emocional y la curación psicológica.
Por otro lado, la física cuántica desafía nuestras nociones tradicionales de la realidad, sugiriendo que la observación afecta al observado, y que múltiples realidades pueden coexistir. Esta idea resuena con conceptos chamánicos que reconocen la interconexión de todos los seres, la no linealidad del tiempo (permitiendo reescribir eventos para el subconsciente) y la capacidad de modificar realidades a través de la intención y la consciencia. Aquí, la noción de que la mente humana puede influir en la materia se convierte en un punto de convergencia entre las prácticas chamánicas y las teorías cuánticas.
No obstante, este diálogo no está exento de desafíos. La ciencia suele buscar cuantificaciones y explicaciones que pueden parecer limitantes para algunas prácticas chamánicas, que operan en esferas de significado más allá de lo cuantificable y se relacionan con el “gran misterio” (o el universo, o la conciencia), como aquello que la mente humana —limitada por las variables de espacio y tiempo concebidas como finitas y lineales— jamás puede comprender del todo.
A medida que profundizamos en esta relación, es crucial mantener un respeto mutuo por las diferentes formas de conocimiento y reconocer su respectiva validez. La intersección entre el chamanismo y la ciencia moderna nos invita a reimaginar no solo cómo entendemos la mente y la materia, sino también cómo podemos vivir en armonía con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
Al fomentar el diálogo constructivo, podemos descubrir nuevas posibilidades que enriquecen nuestro entendimiento, nuestra experiencia humana y la construcción de un nuevo paradigma interdisciplinario. De esta manera es posible la construcción de una medicina integral que reúna lo mejor de la medicina tradicional con las herramientas de las prácticas holísticas y ancestrales, que trate los aspectos físicos, emocionales, mentales, energéticos y álmicos de la persona.
La autora (Dolores Lussich) es Dra. en Filosofía y Estudios de Género U.B.A-París VIII. Maestra de chamanismo. IG: @doctoradoli