El estreno de “50 segundos: el caso Fernando Báez Sosa” vuelve a poner en primer plano uno de los hechos más conmocionantes de los últimos años. A casi seis años del crimen, el documental propone un recorrido profundo por la memoria colectiva, recuperando testimonios inéditos y revelando miradas que hasta ahora habían permanecido en silencio.
La serie, dividida en tres episodios, no solo repasa el ataque frente al boliche Le Brique en enero de 2020, sino también el proceso judicial que definió el destino de los acusados.
Un relato que reconstruye una noche irreversible
La producción reúne las voces de la familia Báez Sosa, junto a abogados, periodistas y especialistas que siguen paso a paso cómo se gestó el ataque que terminó con la vida del joven de 18 años. El objetivo no es repetir lo ya conocido, sino comprender ese minuto fatal desde una perspectiva más amplia: cómo se desarrollaron los hechos, qué decisiones se tomaron y qué consecuencias sociales dejó un crimen que impactó a toda una generación.
También recorre los días del juicio oral, un proceso que mantuvo en vilo al país y en el que se consolidó la condena para los rugbiers que participaron del ataque.
Las voces que nunca habían hablado
Uno de los elementos más llamativos del documental es la aparición, por primera vez, de las familias de los condenados. Tras años de silencio, varios padres y madres decidieron mostrarse frente a cámara. Mauro Pertossi —padre de Ciro y Luciano—, María Paula Cinalli —madre de Blas— y Javier Thomsen —padre de Máximo— relatan su experiencia y sus interrogantes, sin llegar a reconocer la responsabilidad de sus hijos en el crimen.
Los propios jóvenes también aparecen en entrevistas desde el penal de Melchor Romero. Sus testimonios revelan culpas a medias, reflexiones tardías y una serie de argumentos que generaron un fuerte rechazo en la opinión pública. Máximo Thomsen recuerda la vergüenza de sus primeros días en prisión; los hermanos Pertossi hablan de una supuesta injusticia procesal; Enzo Comelli asegura que vive arrepentido; y otros, como Blas Cinalli y Ayrton Viollaz, intentan explicar lo sucedido apelando al alcohol o al descontrol de aquella madrugada.
La reacción social: indignación y memoria
Tras el estreno, las redes sociales se llenaron de críticas hacia las declaraciones de los condenados y sus familias. La falta de empatía, la ausencia de un reconocimiento pleno del crimen y, en algunos casos, las comparaciones desafortunadas, encendieron la indignación de miles de usuarios. Una de las frases más repudiadas fue la de Emilia Pertossi —hermana de Luciano y Ciro y abogada defensora en la causa—, quien equiparó el dolor de los padres de Fernando con el de su familia al tener que visitar a los jóvenes en la cárcel.
El documental, lejos de cerrar una etapa, vuelve a exponer el impacto de aquel crimen y reafirma la pregunta que sigue atravesando a la sociedad: ¿cómo se reconstruye una comunidad después de un hecho que la marcó para siempre?