Después de años de vaivenes, inflación descontrolada, tipo de cambio en modo pánico y desconfianza generalizada, Argentina vive por primera vez en mucho tiempo una etapa de cierta estabilidad. El dólar contenido, la inflación bajando y el orden fiscal son datos que no pueden ni deben subestimarse. Son logros concretos. Pero también son solo el principio.
Logros en la macro, deudas en la micro: el desafío de que la estabilidad no sea solo un número, sino una realidad que se sienta
Porque si bien la macroeconomía ha logrado dar señales de disciplina, en la vida diaria persisten —y se profundizan— problemas estructurales que la estabilidad aún no resuelve: el empleo no crece, los salarios siguen por debajo de la línea de pobreza y los conflictos sectoriales empiezan a encender luces amarillas.
La economía que se ordena…
El diagnóstico es claro: la inflación se desacelera, el dólar no estalla, el gasto público se ajustó y el déficit se redujo. En ese marco, algunos sectores —como el turismo, las automotrices o la minería— empiezan a repuntar. Pero ese crecimiento es de baja tracción social: no genera empleo ni mejora los ingresos de la mayoría.
La industria y el agro, pilares del aparato productivo argentino, muestran señales de fatiga ante un tipo de cambio que ya no los beneficia. La UIA lo dijo sin rodeos: el empleo industrial está estancado, con casi 100.000 trabajadores menos que en 2013. Las fábricas trabajan con lo justo.
Mientras tanto, la canasta básica para una familia tipo supera el millón de pesos, pero el ingreso promedio no llega a cubrirla. El fenómeno del “trabajador pobre” se vuelve cada vez más común. Tener trabajo ya no garantiza poder vivir bien. Esa es una de las grandes deudas del modelo actual.
El Garrahan y otros síntomas del malestar social
En ese contexto, el conflicto de los médicos y residentes del Hospital Garrahan no es solo un reclamo sectorial: es el reflejo de un malestar más amplio, que también se vio con las universidades y que podría replicarse en otros sectores si no hay respuestas.
No se trata de negar la necesidad de ordenar el gasto. Se trata de entender que la salud y la educación pública también pueden ser víctimas del ajuste. Una sociedad que no invierte en su capital humano está hipotecando de alguna forma su futuro.
Una nueva etapa: sostener sin romper
El cepo cambiario se mantuvo. El cepo salarial llegó. El equilibrio fiscal se logró. Pero la estabilidad no puede ser el punto de llegada. Tiene que ser la plataforma desde la cual se construya algo más dinámico y más sustentable.
Hoy el desafío del Gobierno no es solo evitar una crisis. Es empezar a gestionar una recuperación que todavía no llega a las casas, a los bolsillos ni a las expectativas.