Criollo, suculento y popular, el locro es un plato tradicional en plena vigencia. Durante las celebraciones patrias del 25 de mayo y el 9 de julio es infaltable ya que remite a los tiempos coloniales: es de los pocos platos que se mantienen del recetario de esa época.
Pero también, y desde hace unas décadas, el locro, tan representativo de la cultura popular, se ha convertido en el emblema gastronómico del Día del Trabajador. Un ritual que crece desde los sindicatos, los bodegones, los hogares y hasta los restaurantes más sofisticados que lo reversionan con un estilo más gourmet.
Apoyado en el gusto masivo y en los actos oficiales que se celebran haciendo grandes ollas, el locro adquiere identidad argentina. Pero, ¿por qué se agrega a la agenda de los rituales del 1 ° de mayo y desde cuándo?
El ritual de comer locro en el Día de los Trabajadores es un fenómeno relativamente reciente. Primero, porque la instauración del Día del Trabajador en Argentina, en 1890, es la evocación de una jornada de represión y muerte laboral ocurrida en 1886 en Estados Unidos. No era día para festejos sino para reclamos.
Pero además, porque cuando el primer gobierno peronista de los años 40 instaló los derechos laborales y nacieron los festejos en el Día del Trabajador, todo se festejaba con otro tipo de comidas.
Lentamente, en las últimas décadas, el locro pasó a ser menú infaltable en el Día del Trabajador, con enormes ollas humeantes de centenas de porciones de acuerdo con los afiliados del sindicato que lo organizaba. Y la costumbre se fue afirmando hasta convertirse en un clásico de la jornada.
¿Qué es el locro?
El locro es un guiso típico de varios países de Sudamérica, especialmente en Argentina, que se prepara con maíz, porotos (o alubias), zapallo (calabaza) y carne, a menudo cerdo o chorizos. Es un plato espeso y reconfortante, ideal para celebraciones y días frío.
Aunque tiene ingredientes básicos, cada región puede agregar sus propios toques, como la carne, el tipo de porotos, los condimentos y vegetales.
En Argentina, el locro se popularizó en las provincias del norte y luego se extendió a todo el país. Hoy está consolidado como un gran plato de la festividad patria argentina, ese guiso de pobres que supo convertirse en exquisitez nacional ha llegado a ser también emblema gastronómico de los trabajadores. Y ha llegado para quedarse.
Fuente: Clarín.