El café es parte inseparable de la vida cotidiana en distintas latitudes. Desde la primera taza de la mañana hasta las conversaciones que se prolongan en cafeterías, la bebida se ha convertido en un símbolo universal de encuentro. Para reconocer su peso en la economía y la cultura, se instauró el Día Internacional del Café, celebrado cada 1 de octubre desde 2015.
La fecha no solo busca rendir homenaje a la cadena productiva que sustenta a millones de familias, también pretende sensibilizar sobre la importancia de un consumo responsable que valore el esfuerzo de quienes cultivan este grano.
La Organización Internacional del Café fue la promotora de esta jornada, que se celebra oficialmente desde el 1 de octubre de 2015. La elección de la fecha no fue casual: coincidió con la inauguración de la Exposición Mundial del Café en Milán(Italia), donde delegaciones de países productores y consumidores coincidieron en la necesidad de otorgar un reconocimiento global al sector.
Antes de esa formalización, cada nación rendía homenaje al café en días distintos. Japón lo celebraba desde 1983, Estados Unidos lo hacía en septiembre, y países de América Latina también tenían sus propias efemérides. La unificación buscó darle una voz común a los productores, que históricamente enfrentaron problemas de precios inestables y falta de visibilidad.
El peso económico y social del café
El café es el segundo producto más comercializado en el planeta después del petróleo. Más de 25 millones de familias dependen directamente de su cultivo, principalmente en América Latina, África y Asia. Brasil, Vietnam y Colombia se ubican entre los mayores exportadores, aunque también destacan naciones como Etiopía, Honduras y Perú.
La producción involucra a pequeños agricultores que, pese a los desafíos del cambio climático, continúan sosteniendo una tradición que genera divisas y empleos. El comercio del café mueve miles de millones de dólares al año, pero la mayor parte de esa riqueza no llega a los campesinos.
Por ello, en cada edición del Día Internacional del Café se insiste en la necesidad de impulsar un comercio más justo que garantice mejores condiciones para quienes trabajan la tierra.
El café como patrimonio cultural compartido
Más allá de su valor económico, el café tiene una dimensión cultural que lo ha convertido en parte esencial de la identidad de distintos pueblos. Cafeterías de Viena, Estambul, Ciudad de México o Lima son escenarios de encuentros políticos, artísticos y literarios. El café acompañó tertulias ilustradas, inspiró movimientos intelectuales y marcó rutinas urbanas.
Desde el ritual etíope de tostar los granos hasta la sofisticación de los baristas contemporáneos, cada taza encierra una historia. Esta bebida se asocia con hospitalidad, conversación y creatividad.
El Día Internacional del Café busca poner en relieve ese rol cultural, mostrando cómo el grano ha trascendido su función como mercancía para convertirse en símbolo de conexión social.
Fuente: Infobae.