martes 22 de abril de 2025

Chamanismo: una espiritualidad ancestral que resiste al olvido

Así como para las dolencias físicas es necesario el médico y para las mentales el psicólogo, para las espirituales puede ser necesario recurrir a la medicina ancestral.

7 de abril de 2025 - 16:27

En un mundo marcado por la velocidad, la racionalización extrema y la desconexión con la naturaleza, resurgen con fuerza antiguas tradiciones espirituales. Entre ellas, el chamanismo se alza como una de las más antiguas y universales, recordándonos que hubo un tiempo en que el ser humano no se sentía separado del mundo, sino en constante diálogo con él.

Los orígenes: una práctica planetaria

El término “chamán” proviene del tungús siberiano šaman, que significa “el que sabe” o “el que ve”. Sin embargo, aunque la palabra tenga un origen específico, las prácticas chamánicas han existido —y aún existen— en casi todos los continentes. Desde los pueblos del Ártico hasta las selvas amazónicas, pasando por Asia Central, África, Oceanía y América, encontramos figuras similares: hombres y mujeres que, mediante el trance —inducido por la repetición rítmica de tambores, cantos o sustancias visionarias— median entre el mundo visible e invisible. Allí entran en contacto con espíritus, ancestros o fuerzas de la naturaleza, y regresan con mensajes o visiones que ayudan a sanar a la comunidad.

Un puente entre mundos

Estas prácticas se diferencian de las religiones institucionalizadas porque no constituyen un conjunto de creencias impuestas bajo una estructura de poder, sino una experiencia personal sin intermediarios. En muchas culturas, el chamán no es elegido por sí mismo, sino “llamado” por los espíritus a partir de una crisis, una enfermedad o una experiencia límite. Esa llamada, si es escuchada, transforma la vida del iniciado en un servicio al colectivo.

Chamanismo y filosofía: preguntas compartidas

Desde la filosofía, el chamanismo puede pensarse como una forma originaria de sabiduría. Comparte con la filosofía preguntas esenciales: ¿qué es el alma? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Cómo vivir en armonía con el mundo? ¿Qué sentido tiene el sufrimiento? Pero, a diferencia del discurso filosófico occidental, que muchas veces se ha alejado de la experiencia directa, el chamanismo responde a través de la vivencia. Según Carlos Castañeda, el filósofo estudia la realidad, mientras que el chamán la transforma.

En el pensamiento de filósofos y antropólogos contemporáneos como Mircea Eliade y Michael Harner, el chamanismo estaría en la base del pensamiento filosófico, ya que fue parte de las escuelas de misterio egipcias, de donde proviene el conocimiento de geometrías sagradas, matemáticas y otras tradiciones esotéricas que influyeron en filósofos griegos clásicos como Parménides y Platón.

El regreso de lo ancestral

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En las últimas décadas, hemos asistido a un renovado interés por el chamanismo, especialmente en Occidente. Muchas personas viajan a América Latina o Asia para participar en rituales con ayahuasca, peyote o san pedro. Otros buscan conectar con tradiciones indígenas o reconstruir formas de espiritualidad más cercanas a la tierra. Este fenómeno tiene múltiples lecturas: por un lado, refleja un deseo auténtico de reconexión con lo sagrado y lo natural; por otro, plantea desafíos éticos y culturales, como la apropiación, la banalización o el turismo espiritual. Lo cierto es que, en medio de la crisis de sentido contemporánea, el chamanismo ofrece un lenguaje simbólico potente para repensar la relación entre cuerpo, alma, comunidad y naturaleza. También ofrece experiencias de sanación energética, complementando así la medicina tradicional.

Así como para las dolencias físicas es necesario el médico, para las mentales y emocionales el psicólogo y psiquiatra, para las espirituales puede ser necesario un practicante chamánico, que conozca la técnica y tenga la experiencia suficiente para armonizar la energía vital de la persona. Todo lo que nos sucede es multicausal, y así como tiene un aspecto físico, también tiene un aspecto espiritual, en el que el practicante chamánico puede ayudar a sanar desde lo espiritual.

De este modo, cada vez más, ante la crisis de sentido de las religiones tradicionales y una ciencia que comienza a abrirse al diálogo entre espiritualidad y física cuántica, se revelan como compatibles muchas visiones que siempre estuvieron presentes en distintas tradiciones esotéricas, religiosas y científicas en términos de energía, frecuencia de onda y el carácter vibracional de la realidad.

En este contexto, en ciudades de todo el mundo, cada día más personas se vuelcan a la práctica del chamanismo para encontrar respuestas a sus preguntas más importantes, obtener consejo de sus espíritus guías y sanación a nivel del alma.

Este “boom” reciente del chamanismo en contextos urbanos tiene todas las características positivas y negativas que acompañan a las modas. Al ponerse de moda rápidamente, a veces estas prácticas se reproducen de manera incorrecta, lo que lleva a resultados no deseados.

En su desconocimiento, por ejemplo, muchas personas creen que el chamanismo únicamente refiere a la toma de ayahuasca, una planta amazónica que permite el estado de trance para obtener contacto con los planos espirituales, cuando en realidad esto no es así. Únicamente el 10% de las comunidades que practican el chamanismo utilizan la planta de ayahuasca, y es sobre todo en la zona del Amazonas. El resto de las culturas que practican el chamanismo utilizan el sonido monótono y repetitivo del tambor para alcanzar un estado ampliado de conciencia. Este viaje o visualización es menos intenso que el que se experimenta al tomar la planta, dado que es un trance más liviano. Y si bien con la práctica se pueden lograr las mismas visualizaciones que con la ayahuasca, no es un shock tan grande para el cuerpo, ya que no hay un químico de por medio.

En mi experiencia como filósofa y practicante chamánica, con quince años de experiencia, las personas ya no necesitan tanto el apoyo químico para lograr un estado ampliado de conciencia, dado que hoy estamos transitando un proceso de despertar planetario de conciencia, y el velo entre las dimensiones (físicas y espirituales) es menos denso. En este contexto, la utilización del tambor es mucho más aconsejable que la ayahuasca y los hongos en la mayoría de los casos.

En el año 2021, sentí el llamado a crear una escuela donde cualquiera pudiera aprender la técnica del viaje chamánico para entrar en estados ampliados de conciencia a través de la escucha del tambor chamánico. En mi cuenta de Instagram, comparto las visualizaciones de mis alumnos. En la escuela acompaño a hombres y mujeres de todo el mundo a recordar estos saberes ancestrales que traen una experiencia directa de los planos espirituales, y así recordar quiénes somos, todos nuestros dones psíquicos y todo lo que podemos aprender a través de ellos con una buena guía. También aprenden cómo mantener su campo energético limpio, cómo conectar con sus ancestros y acompañar a seres fallecidos a su lugar final de descanso, entre otras cosas.

Una sabiduría que resiste

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Más que una moda pasajera, el chamanismo parece hablarnos desde lo profundo del tiempo e incluso del pensamiento occidental. Es una memoria viva, resistente, que ha sobrevivido a colonizaciones, prohibiciones y silencios. Nos recuerda que no estamos solos, que todo está interconectado y que la sanación no puede darse en un solo plano (como el físico), sino también en lo energético.

A partir de todo esto, podemos pensar que el chamanismo, practicado con los recaudos necesarios, puede ser una herramienta que nos acompañe en la creación de nuevos paradigmas dentro de lo que muchos pensadores y referentes en el mundo de la espiritualidad llaman la medicina del futuro: una medicina holística que tome lo mejor de la medicina alopática, en diálogo con las terapias complementarias, para una atención integral de la persona, teniendo en cuenta no únicamente el síntoma que la lleva a la consulta, sino también su historia, sus circunstancias, su mente, sus emociones y su energía.

Tal vez por todo esto, en tiempos de incertidumbre, los cantos del chamán y la vibración de su tambor siguen resonando. Son ecos de una espiritualidad que no ha sido domesticada, que no busca imponerse, sino que invita a escuchar y a hacer la experiencia. Escuchar, a través de esta técnica, al cuerpo, al dolor, a los sueños. Escuchar, en definitiva, aquello que hemos aprendido a callar y, así, mejorar nuestra calidad de vida.

# La autora es Dra. en Filosofía y Estudios de Género U.B.A-París VIII

Maestra de chamanismo

IG: @doctoradoli

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