jueves 17 de abril de 2025

Festejar el proteccionismo ajeno: la contradicción libertaria ante los aranceles de Trump

Los libertarios celebran que el país solo reciba un 10% de aranceles. Pero ese festejo revela una contradicción de fondo: ¿y el libre comercio?

3 de abril de 2025 - 09:16

La proclamación del proteccionismo de Donald Trump del 2 de abril como el “Día de la Liberación” económica de Estados Unidos no solo marca un punto de quiebre en el comercio global, sino también una curiosa escena en la política local: dirigentes y militantes libertarios argentinos celebran que nuestro país haya sido “favorecido” con un arancel del 10%.

Ese entusiasmo llama la atención. Porque lejos de representar una victoria, los nuevos aranceles son una amenaza directa a las exportaciones, a la estabilidad cambiaria y a la inserción de Argentina en las cadenas de valor regionales. Y, sobre todo, porque reflejan un malentendido ideológico profundo: no hay nada liberal en un arancel.

Trump no está defendiendo el libre mercado. Está priorizando la producción nacional, usando la herramienta clásica del proteccionismo: el encarecimiento artificial de los productos extranjeros para proteger a la industria propia. Eso es exactamente lo que, desde la tribuna libertaria, se ha denunciado como estatismo, populismo o intervención nociva. Sin embargo, cuando lo hace Estados Unidos, el relato cambia.

Mientras la administración norteamericana avanza en un sistema de aranceles recíprocos que alcanza a más de 60 países, Argentina se encuentra entre los que recibirán una tarifa base del 10%. A simple vista, puede parecer un “premio menor”. Pero no lo es.

Un dato destacado por la CAC es que el saldo de la balanza comercial entre Argentina y Estados Unidos registró un superávit de USD 232 millones en 2024, marcando un hito histórico: Argentina volvió a tener un saldo positivo con Estados Unidos después de 18 años”. La última vez que el país había logrado un superávit fue en 2005, con un saldo de USD 38 millones.

Además, las exportaciones argentinas a EE.UU. en 2024 alcanzaron su segundo mayor valor histórico, solo superado por el nivel de 2022 en un 4,6%. En aquel año, las ventas al país norteamericano ascendieron a USD 6.701 millones. En contraste, las importaciones desde EE.UU. se redujeron considerablemente en 2024, quedando un 40,3% por debajo del récord histórico alcanzado en 2022, cuando sumaron USD 10.330 millones.

Buena parte de esa cifra proviene de productos agroindustriales, biodiésel y algunos bienes industriales. Un arancel del 10% encarece esos bienes en el mercado estadounidense, los vuelve menos competitivos y puede generar una caída en las ventas. Es decir: menos dólares, más presión cambiaria, más inflación.

Además, la política proteccionista de Trump fortalece al dólar, justo cuando Argentina atraviesa una de las peores crisis cambiarias de las últimas décadas. La brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo podría ampliarse, encareciendo importaciones clave e impulsando una nueva ronda de aumentos de precios.

A eso se suma el impacto indirecto en las cadenas de valor regionales. Argentina depende de insumos que provienen de Brasil o México, países que fueron más castigados por los nuevos aranceles. Si esos países venden menos a EE.UU., sus costos suben, y eso se traslada a los precios locales.

Finalmente, la inseguridad jurídica del nuevo orden comercial internacional puede frenar inversiones extranjeras. Milei intenta posicionar a Argentina como plataforma exportadora y destino confiable. Pero, ¿qué empresa va a instalar una planta en el país si su acceso a Estados Unidos depende de un decreto presidencial sin previsibilidad ni reglas claras?

La paradoja es evidente. Los que reclaman un mundo sin barreras, sin impuestos, sin intervención estatal, hoy celebran una política proteccionista dictada desde la Casa Blanca. Quizás por admiración ciega. O quizás porque la ideología, cuando se vuelve dogma, deja de ver la realidad.

Aplauden un impuesto a la importación, decretado unilateralmente por el Estado más poderoso del mundo, como si fuera una palmadita en la espalda al proyecto libertario criollo. Milei, incluso reposteó twits que aclaran esa contradicción.

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