El trabajo bancario como pilar para la construcción de su destino
Toda su historia laboral transcurrió en el Banco Nación. Luego de 44 años de tarea ininterrumpida, se acogió a un retiro voluntario y dejó la actividad inaugurando una nueva etapa. Lejos de la rutina participa de actividades que lo nutren y conectan con cuestiones sustanciales en esta etapa de su vida.
4 de mayo de 2025 - 07:18
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Ariel Saccani compartió una cálida charla con LA OPINION.
LA OPINION
Rubén Ariel Saccani escribió su historia laboral en el Banco Nación y en torno a esa actividad fue construyendo un destino apegado a los valores de la responsabilidad y la constancia. Durante 44 años trabajó en el mismo lugar, y desde hace casi dos meses, tras acogerse al retiro voluntario, sus rutinas cambiaron y el mundo del trabajo fue quedando atrás. “Aún no he tenido tiempo de aburrirme”, señala en el comienzo de la charla que transcurre minutos antes del ingreso a un taller sobre “Redes sociales” que está realizando en la Unnoba. Se muestra predispuesto a la conversación y deja que el diálogo acerque referencias que constituyen su biografía personal.
Cuenta que nació en Manuel Ocampo, donde vivió poco tiempo, ya que enseguida su familia se mudó a Mariano H. Alfonzo, localidad donde vivió hasta los 23 años. “En Ocampo vivíamos en una chacra de la familia de mi madre, ubicada al lado del cementerio; y en Alfonzo, en una chacra de la familia de mi padre, situada en el límite con el casco urbano del pueblo”, acota, resaltando: “Soy hijo de chacareros”.
Considera que “Alfonzo” es su “patria chica” y lo une a ese lugar mucho de su historia. Cuando lo dice, se emociona y enseguida habla de sus padres: Roberto Saccani, fallecido hace un año; y Catalina Huljich, que vive en Pergamino. “Ellos se dedicaron siempre a tareas rurales y después, se fueron a vivir a Buenos Aires”, refiere. También comenta que tiene una hermana menor, Gabriela, que vive en San Justo, provincia de Santa Fe.
La escuela y la vida en el pueblo
Su primera experiencia educativa fue en la primaria del pueblo. “En mi época no se iba al jardín de infantes”. En el colegio forjó sus primeros vínculos de amistad: “Mi primer amigo fue ‘Cacho’ Benavidez, a quien conocí el primer día de clases, y la primera vez que pisé el pueblo, porque hasta ese momento yo había estado en el campo”.
El secundario lo hizo en el Instituto Mariano Moreno de Alfonzo y durante un tiempo asistió al Colegio San José de los Hermanos Maristas. “Tercero y cuarto año lo hice en Maristas, vivía en casa de mi abuela materna, Hortensia Varela, en el barrio Trocha, y allí conocí a otro gran amigo, Oscar Scalbi”, comenta. Y agrega: “En quinto año volví a Alfonzo y egresé en el pueblo”.
Luego le tocó el servicio militar en San Nicolás. “Fue una etapa de mi vida y me siento orgulloso de haber jurado la bandera”, destaca recreando aquella experiencia. Al regreso de “la colimba”, como tantos de su generación, inició su vida laboral.
Sus raíces y una tradición familiar
En un momento de la charla, al referirse a su abuela materna, señala que fue “la única con la que pudo tener una relación”, ya que sus otros abuelos habían fallecido tempranamente. Sin embargo, acerca una anécdota de su abuelo paterno que habla de su identidad y del apego a raíces que valora. “El falleció cuando yo tenía dos o tres años, así que no tengo demasiados recuerdos de él. Diría que no tengo ninguno. Pero sé que él estaba contento de que yo era el nieto mayor de la familia y que me gustaba una comida que él hacía: una especie de panqueques agridulces gratinados que se comían cada 13 de junio, el Día de San Antonio, simbolizando el deseo de prosperidad”.
“Siempre me decían que él se sentía muy gratificado de que a mí me gustaban. De hecho, esa receta, que es secreta, pasó de generación en generación y hoy mis hijas los preparan, como todas las mujeres de la familia. Es una tradición italiana que él trajo de Boretto”, agrega, fiel a esas tradiciones que constituyen la identidad.
Estabilidad y crecimiento
Al momento de hablar de su vida laboral, destaca que fue su tío René Ramella quien le abrió las puertas para que pudiera entrar al banco. “Siempre le agradezco”, resalta y reconoce que cuando dio sus primeros pasos no sabía que ese iba a ser su empleo durante más de cuatro décadas: “Ingresé un 11 de marzo de 1981 y me fui el 6 de marzo de 2025”.
“Siempre estuve en la sucursal del centro, salvo durante un año en que estuve en comisión en Necochea”, refiere y prosigue: “Trabajé en todos los sectores, y le estoy muy agradecido al banco, a los compañeros y a la clientela”. Rescata las conquistas laborales y agradece el hecho de haber contado con estabilidad laboral e ingresos que le permitieron vivir “una vida tranquila, sin sobresaltos”.
Fruto de su dedicación sostenida, alcanzó el máximo cargo al que se puede acceder dentro de la carrera administrativa de los trabajadores bancarios y se retiró como jefe de sección. “Me siento realmente muy agradecido y no puedo dejar de mencionar a mis primeros jefes: ‘Luli’ Torrent, ‘Coco’ Damiano, Horacio Fasciloli y Marcos Trillo, personas que marcaron mi conducta a lo largo de la vida laboral”, expresa.
Cerca del deporte
Hincha de Boca Juniors, estuvo siempre cerca del deporte. “De chico en el tiempo libre que me dejaba el colegio, mi pasatiempo era ir a la cancha de ‘Villa tachito’ a jugar a la pelota. Tengo recuerdos hermosos de aquel tiempo. Después me integré a la vida del club del pueblo, pero como era un tronco para el deporte, fui dirigente del Club Argentino de Alfonzo y tuve el honor de ser delegado de la entidad en la Liga de Fútbol de Pergamino”.
“Guardo los mejores recuerdos de esa época y quiero aprovechar la oportunidad para mencionar a algunas personas con las que compartí esta tarea dirigencial: Miguel Morales, Julio Magrini, Eros Vázquez, los hermanos Castellano, Antonio Tramonte, Alberto Monacci y otros de los que seguramente me estoy olvidando. Fue una etapa muy importante de mi vida, porque aprendí mucho de ellos”.
En otro momento de su vida, incursionó en el periodismo deportivo. “Estuve en transmisiones deportivas en varias radios de FM y también escribía crónicas para el Semanario El Tiempo, gracias a la oportunidad que me dieron Pedro y Nancy Rivero”, cuenta y asegura que su acercamiento al mundo de la comunicación se dio de la mano de su pasión por el deporte.
Su universo personal
Divorciado hace muchos años, Ariel es padre de dos hijas: Milagros (27), que es licenciada en Marketing y Comercio Exterior y vive en Valencia. Y Aylén (23) que es diseñadora gráfica, vive en Rosario y se está yendo también a España con su hermana. Al momento de hablar de sus hijas, la conversación se introduce en su arista más íntima. “Siempre estuve muy cerca de las chicas, su mamá y yo nos separamos cuando ellas eran pequeñas, pero compartimos la crianza y el cuidado. Siempre intenté estar muy disponible para ellas, y creo que lo logré. Hoy, a pesar de que cada una está en lo suyo y están lejos, estamos muy conectados gracias a la tecnología, y todo es como si estuvieran acá”, señala.
En el presente, lejos de la urgencia del trabajo, dedica tiempo a esas cosas que le gusta hacer. Disfruta de compartir tiempo con amigos. “Quizás por mi actividad laboral, el café de las mañanas, la salida del mediodía y esa especie ‘after office’ de la tarde son de esas costumbres que trato de no perder. También tengo algunas peñas, todas son oportunidades para pasar tiempo con personas queridas”, describe.
Cultiva esos hábitos de la vida social, como también se mantiene activo a través de distintas actividades que realiza. “Participo de varios cursos, cuido a mi madre que es mayor, y me dedico a cuidar las plantas de mi casa, podría decir que mi hobby es ese, me gustan mucho los frutales”, señala. “Además me gusta leer”, añade en un inventario que lo conecta con aquellas cuestiones que considera vitales.
“Me gustan mucho los murales y en casa tengo varios pintados. De chico me gustaba dibujar, pero después perdí la mano. El primer mural que encargué pintar en casa fue el de Kempes, Maradona y Messi, en honor a los tres mundiales de fútbol en los que vi a todo el país unido. Otro es de las Islas Malvinas, como un gesto reivindicatorio, y también tengo otros de humoristas y personalidades que admiro”, relata.
Viajar, conocer, nutrir el espíritu
“Uno tiene que aprender, cultivar los afectos y hacer aquellas cosas que le resultan placenteras y que lo nutren”, reflexiona. Y enseguida menciona su pasión por viajar. “Seguramente eso viene de mi curiosidad de chico. Cuando vivía en el campo escuchaba que la gente iba a un lado y a otro, y eso me fascinaba”, confiesa.
“Yo no conocía nada, accedí a la televisión cuando tenía 9 años, en coincidencia con la caída del Apolo 11. Siempre me acuerdo que miraba las imágenes y un tío que vivía con nosotros me decía: ‘Arielito, mirá están viendo un corcho adentro de una palangana’. A mí, me resultaba increíble lo que veía y sentía que había un mundo por descubrir. Con el paso del tiempo, tuve la posibilidad de conocer mucho”, expresa.
La vida por venir
Se lleva bien con el paso del tiempo y entiende que el hecho de “ya no tener que ir al banco”, lo conectará con rutinas más distendidas. “No fui de ahorrar, así que sabía que el día que terminara mi actividad laboral, iba a vivir como un jubilado con las limitaciones que tiene el estar jubilado; pero no me quejo”, aclara.
En el plano de los proyectos anhela seguir viajando. “Conozco el país y cuatro continentes. Me queda pendiente conocer la Antártida y Australia”, señala. Y prosigue: “Viajar es la mejor inversión que uno puede hacer, es algo que enriquece el espíritu si uno va abierto a vivir cada experiencia”.
Imaginando la vida que le queda por vivir, reconoce que no tiene grandes anhelos, tampoco asignaturas pendientes. Más bien es de las personas que eligen transitar el presente dándole paso al porvenir. De buen obrar, intenta siempre brindarse a los demás del modo que tiene como ideal: “Soy frontal, sincero, humilde; pero no sé si los demás me ven de la misma manera. En verdad quizás uno no sea como es sino como los demás lo ven a uno”, refiere parafraseando una cita de un conocido escritor. Y con esa reflexión la charla va llegando a su fin.
En el balance queda el camino recorrido y una vida vivida en coincidencia con sus valores: “He tenido la fortuna de poder construir una buena vida. Tuve alegrías, frustraciones, cosas que resultaron inesperadas, logros que alcancé y proyectos que no se dieron”, reflexiona. Y concluye: “Soy un hombre agradecido, a la vida y a esta ciudad que me recibió y me acogió”.
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04-05-2025 09:13
Embed - Diario LA OPINION on Instagram: " Rubén Ariel Saccani: una vida de trabajo, raíces y nuevos comienzos Tras 44 años en el Banco Nación, Rubén se acogió al retiro voluntario y abrió una nueva etapa. Lejos de la rutina, hoy se mantiene activo, estudia redes sociales en la UNNOBA, cuida a su madre, sus plantas y cultiva amistades y pasiones. Hijo de chacareros, con fuertes raíces en Alfonzo, recuerda con cariño su infancia, su paso por el deporte y su incursión en el periodismo. Participa de cursos, ama leer, y sueña con seguir viajando. Ya recorrió gran parte del mundo y aún le quedan destinos por conocer. Orgulloso padre de dos hijas, vive con gratitud y sencillez esta nueva etapa, fiel a sus valores de responsabilidad, humildad y afecto. Nota completa en @laopinionline -Link en bio- #HistoriasDeVida #Pergamino #BancoNación #NuevoComienzo #UNNOBA #Raíces #RubénSaccani #VidaPlena"