El 7 de junio nos encuentra, una vez más, celebrando el Día del Periodista. Pero también —y quizás sobre todo— reflexionando sobre el estado actual de un oficio que, más que festejos, necesita una refundación urgente.
Vivimos en una época en la que el diario impreso se lee cada vez menos. En la que la noticia ya no circula por su contenido, sino por la foto o el título. En la que muchos han decidido no informarse, o informarse exclusivamente a través de redes sociales que priorizan la velocidad y el impacto por sobre la veracidad.
Mientras tanto, el periodismo enfrenta un dilema profundo: recuperar su función en un ecosistema donde todo comunica, pero casi nada informa. En un mundo donde la comunicación se volvió la quinta esencia de todas las actividades —desde la política hasta la vida íntima—, el periodismo ya no puede ser lo que era. Tiene que reinventarse.
Esa refundación no será tecnológica, ni estética. Será ética. El futuro del periodismo no pasa por adaptarse a los algoritmos, sino por aferrarse con más fuerza a sus principios fundantes: la búsqueda de la verdad, la investigación rigurosa, el chequeo de las fuentes, la responsabilidad sobre lo que se publica.
Frente al avance de las fake news, frente al ruido de las declaraciones que se multiplican sin contexto y frente a la confusión generada por una inteligencia artificial capaz de falsificar audios, imágenes y hasta testimonios, el periodismo debe volver a ser una brújula.
Pero también debe comprender que, en este nuevo mundo —el de la inteligencia artificial y la disrupción tecnológica—, más que nunca empresas como La Opinión tienen la obligación de ajustar su forma de trabajo a las nuevas herramientas. De lo contrario, se transforman en proyectos inviables, incapaces de sostener su misión.
Es en ese cruce entre esencia y adaptación donde el periodista —en su forma más genuina, más comprometida, más clara— recupera la confianza del lector, del seguidor, del espectador. Porque la confianza no se improvisa: se construye todos los días con compromiso, con coherencia y con verdad.
Desde La Opinión, hemos asumido este desafío con decisión. Por eso implementamos un canal de streaming con tecnología de última generación, como método actual para comunicarnos con los más jóvenes. Consolidamos un acuerdo estratégico con el Grupo After Radios, para seguir conectados con más públicos. Realizamos una gran inversión en nuestra web, para llegar antes, mejor y con mayor visibilidad. Dinamizamos nuestras redes sociales para segmentar contenidos según cómo y quién quiera informarse. Así, nos convertimos en líderes regionales en Instagram y TikTok, sin descuidar nuestras audiencias de Facebook, YouTube y Twitch.
Pero sabemos que eso no alcanza. Y por eso seguimos evolucionando.
Este mes, lanzamos nuestros podcast diarios de noticias generados con inteligencia artificial, enviados por WhatsApp a miles de usuarios. Estamos redefiniendo el concepto publicitario con nuevas herramientas digitales. Y ya estamos trabajando en más innovaciones que llegarán en 2026, porque entendemos que el cambio no es una amenaza: es una oportunidad.
Todo esto lo hacemos sobre la misma base de siempre: ser el medio de comunicación más importante de la región. Pero no sólo por historia, sino por compromiso. Porque el periodismo no se hereda: se construye todos los días.
Y en ese camino estamos.