martes 27 de mayo de 2025

Mirta Genoud: la calidez de una mujer que construyó su destino fiel a sus ideales

Tanto en el ámbito empresarial como personal la determinación ha acompañado cada una de sus decisiones. Supo interpelar los mandatos y rebelarse frente a ellos.

25 de mayo de 2025 - 07:18

Mirta Mabel Genoud es una mujer de 73 años, dueña de una personalidad determinada. Rebelde para su tiempo, siempre supo cuál era su propósito y no dudó en tomar las decisiones que resultaron necesarias para construir su destino. También es alguien que supo adaptarse a las circunstancias y sortear ciertas adversidades con la misma determinación. Eso la llevó a posicionarse en el ámbito laboral de manera exitosa y a construir su universo personal sobre la base de afectos genuinos. La crianza y cuidado de sus hijas fue siempre una prioridad y trabajar, su consigna. Empresaria, referente en su actividad, es una persona confiable que se define a sí misma como “una luchadora incansable”.

La charla en la que delinea su Perfil Pergaminense transcurre en la intimidad de su hogar. Desayuno de por medio, se dispone con calidez a hacer un recorrido por su historia, marcada por alegrías, dolores, nostalgias y aprendizajes. También por desafíos. En su relato habla de su familia:“Mi papá fue Roberto Genoud y mi mamá, Blanca Conti. Soy la mayor de mis hermanos, después llegaron Carlos- ya fallecido-, Héctor y Graciela”.

Vivió su infancia en el barrio San Vicente, el mismo en el que vive: “Mi familia vivía en 11 de Septiembre, entre Perú y Francia, después nos mudamos a Alsina al 1300, donde mi papá tenía el taller de carpintería. A mis 4 años, nos mudamos al chalet de Echevarría y Vicente López, la que fue mi casa de toda la vida. Con el paso del tiempo regresé al barrio”.

Recuerda con ternura el tiempo de su infancia, el vínculo entrañable con sus abuelas, y se define como “una niña de las calles de tierra”.

Aprender, una pasión

Cuenta que aprendió a leer y escribir jugando. “Enfrente de mi casa había una maestra ‘Ñata’ que daba clases particulares. Ella siempre estaba rodeada de chicos y yo al verla, con 4 años, pensaba que eso debía ser divertido. Me cruzada y me dejaba jugar. Así aprendí las primeras letras y para cuando fue tiempo de ir a la escuela ya sabía lo esencial. Nacida en agosto, no me permitían ingresar hasta pasados los 6 años”.

“Mi primera experiencia escolar fue en la Escuela N°22, pero me aburría y rebelde como era, hice todo lo posible para que me cambiaran. Fui a la Escuela N° 10, donde tuve a mi amadísima maestra Juanita Cairat de Rasuk, mi segunda mamá. Tal era mi relación con ella que cuando supe que no iba a tenerla el año próximo, me cambié a la Escuela N° 22 nuevamente. Allí me encariñé con otra de mis maestras que como era suplente la cambiaron. Regresé a la Escuela N° 10 y en esa institución egresé de la primaria”.

El secundario lo hizo en el Colegio Comercial y terminó en el turno vespertino porque para entonces había comenzado a trabajar en el taller con su papá. “Vivíamos momentos difíciles económicamente y yo quise estudiar y trabajar”, afirma.

El paso por cada escuela, el tiempo de cada maestra, su apego a esos lazos y su predisposición a aprender la transformaron en cada etapa en una excelente alumna. Eso se tradujo en sus calificaciones y le abrió las puertas de su futuro. “Quería ser traductora de inglés y me fui a estudiar a Córdoba, pero estuve solo unos meses porque mi mamá me extrañaba mucho y mi papá me precisaba en la fábrica”, recuerda refiriendo que le encantaba estudiar. “Volví y viví años difíciles.Un día decidí irme a Rosario. El período de inscripción a carreras estaba cerrado, la primera facultad en la que entré fue la de Ciencias Económicas, mostré mis calificaciones y me admitieron. La persona que hizo esa excepción conmigo, años después terminó convirtiéndose en una de mis mejores amigas: Luisa de Pizzati”.

Se recibió de contadora con medalla de honor. Ejerció su profesión en la Dirección General Impositiva, donde trabajó como inspectora, y también fue docente y empleada administrativa de la Universidad. “Estuve en Rosario durante 13 años”.

Una decisión que marcó el destino

Cuando tenía 30 años, una situación de salud la confrontó con la posibilidad de la muerte temprana. Eso la motivó a pensar mucho en sus seres amados, en un eventual sufrimiento físico que no quería mostrarles y también la impulsó a ir por sus sueños. “Me mudé a Neuquén y comencé a estudiar turismo, algo que me encantaba”.

“Necesitaba estar sola y recuperarme. Pedí el traslado en mi trabajo y me establecí en Cipolletti. Estando allí conocí a quien fue el padre de mis hijas, Eduardo Favaloro. Varios años después, la empresa para la que él trabajaba lo trasladó a Mendoza. Nos mudamos y, de hecho, mis hijas son mendocinas”.

Para entonces, recuperada de la situación que la había llevado lejos, Mirta transitaba un camino virtuoso, había renunciado a su trabajo y se dedicaba a expandir la empresa familiar en el sur: “Era viajante, algo que no era común para una mujer en esa época”, refiere y comenta que ya viviendo en Mendoza siguió viajando al sur durante largo tiempo.

Sus hijas y el regreso a Pergamino

Habla con profundo orgullo de sus hijas y reconoce en ellas un motor imprescindible. “Marina Noelia (37) vive en Nueva Zelanda, está en pareja con Wilmer y es mama de Emma, mi nieta de 9 años. Ella es traductora de inglés, trabajó en la Embajada y otras reparticiones del Estado allí y actualmente está estudiando lingüística aplicada. Diana Denise (35) es licenciada en Educación Física, vivió en Rosario donde además estudió cocina y actualmente vive en Pergamino con su pareja, Iván, y ambos trabajan en la fábrica. El hecho de que Denise esté conmigo, me ha permitido delegar en ella muchas cosas”.

“Yo regresé a Pergamino cuando la mayor comenzó la primaria, sentía que este era el lugar indicado para establecernos. Compramos y terminamos de armar la casa en la que vivo. Con el padre de las chicas nos separamos en el año 2000”, comenta y reconoce que en un momento sintió un fuerte impulso por volver a su pago. “Y plantar bandera para que las chicas crecieran”.

La empresa familiar

Desde siempre Mirta ha sido una mujer muy trabajadora y constante. “Empezamos fabricando colmenas, con esas máquinas después comenzamos a fabricar parrillas para camas, después camas y más tarde muebles de algarrobo. Cuando regresé a Pergamino, me puse a trabajar de firme en la empresa y esa es mi actividad en el presente”.

“Genoud Foresto Industrial es una empresa familiar fundada por mi padre, en la que actualmente estamos Héctor, Graciela y yo- Carlos se había independizado-, la planta funciona en el Parque Industrial de Pergamino, y tenemos más de cien empleados a cargo”, cuenta.

Es miembro de la comisión directiva del Parque Industrial Pergamino, integrante de la Cámara de Madereros y de la de Mujeres Empresarias. “Nunca estoy aburrida”, reconoce, apasionada por cada actividad que emprende.

Su presente

Cuando no está trabajando se ocupa de su casa, comparte tiempo con amigas y disfruta cada domingo de ese encuentro familiar que recrea las mejores costumbres del encuentro. “Los domingos se junta toda la familia, es una fiesta. Héctor tomó la posta de asador. Mi mamá pensaba que cuando ellos no estuvieran, nos íbamos a desperdigar, pero eso no sucedió. Cuando nos vemos recordamos a los viejos, los dichos de mi mamá, a quien imito muy bien”, señala.

Y prosigue: “Estoy poco tiempo sola, trabajo mucho y tengo buenos amigos. La soledad a veces tiene la forma de la casa tan grande, cuando la recorro recuerdo el movimiento que alguna vez tuvo, y ahí me doy cuenta que me quedé sola, pero no me pesa. Disfruto de cosas sencillas, me gusta mirar alguna película, hacer palabras cruzadas, hablar a diario con Susana, mi amiga, salir a caminar con otro grupo y compartircon mis cuñadas Marcela y Cristina, mis primos, mi hermana y mi hermano, mis sobrinos y los sobrinos nietos a los que amo profundamente, además de mis hijas que son mi tesoro”.

Por el espejo de la vida

Cuando el desayuno casi termina, el último sorbo del café le abre paso a hermosas reflexiones. Esos relatos pintan de cuerpo entero a una mujer valiente, inteligente y constante. Sabe que se debe para sí más tiempo libre, más viajes y disfrute. “He tenido tanto que hacer que no he viajado todo lo que hubiera podido. Me debo eso, viajar más”, confiesa.

Y cuando la pregunta la convoca a mirar hacia atrás y ver el camino recorrido, lo que le muestra el espejo es “una persona que luchó como gato entre la leña, porque nada le ha fue sencillo”.

“Lo que más me costó fue haber vivido en una sociedad donde uno tenía que seguir un mandato, donde por ser mujer si hacías algo, siempre tenías que hacer el doble solo para demostrar una capacidad. Siempre luché entre la rebeldía y el mandato y viví con culpa algunas decisiones”, reconoce.

Cuando la pregunta la invita a fantasear sobre el futuro es categórica al afirmar: “No quisiera morirme en la oficina, quisiera que tuviéramos un plan de retiro. Seguiría siendo respaldo, y experiencia, pero con más tiempo para mí”.

Testimonio de una esencia

Cuando la entrevista termina, la charla continúa. Mirta habla de sus seres amados, de amigos que ya no están, de recuerdos que viven en ella para siempre. Acerca un libro en el que hay poesías escritas por ella hace tiempo. En esos textos hay mucho de verdad y de nostalgia. También testimonios del modo de vivir y sentir de una mujer que está en paz con la vida. “Siento paz porque independientemente de todas las dudas que genera el paso del tiempo, considero que soy más o menos inteligente, muy pensadora, un poco flaca de fe, pero dispuesta a creer en algo superior y dispuesta a ser abierta y comprensiva con el otro”, reflexiona y, recreando las que son sus reglas de oro para la vida concluye: “La base de todo es no hacer a nadie lo que a uno no le gusta que le hagan. Y en lo doméstico, algo que me he ocupado de inculcarles a mis hijas: ‘De donde se fueran, dejen todo mejor que como lo encontraron, desde lo más sencillo hasta lo más grande’”, concluye, en una apreciación que es testimonio de su modo de concebir la vida.

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Embed - Diario LA OPINION on Instagram: "A sus 73 años, Mirta Mabel Genoud es sinónimo de fuerza, convicciones y trabajo. Empresaria, contadora y referente local, supo desafiar mandatos, adaptarse a los tiempos y construir su camino fiel a sus valores. De niña rebelde en el barrio San Vicente a fundadora y pilar de Genoud Foresto Industrial, su historia es un ejemplo de lucha, amor por la familia y pasión por aprender. “Siempre luché entre la rebeldía y el mandato… Nada me fue sencillo, pero hoy siento paz”, dice con serenidad, rodeada de afectos y de una vida que honra cada día. Más de 100 empleados, una empresa en marcha, y un deseo por cumplir: viajar más y regalarse tiempo. Nota completa en @laopinionline -Link en bio- #PerfilPergaminense #MujeresQueInspiran #MirtaGenoud #Pergamino #HistoriasDeVida #TrabajoYValores #GenoudForestoIndustrial"

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