La arquitecta Laura Rocamora explicó cómo la arquitectura emocional permite diseñar espacios que reflejan recuerdos, estilos de vida y emociones, priorizando lo que verdaderamente representa a cada persona y familia.
Desde su visión, construir un hogar implica algo más que ladrillos y planos. Es, sobre todo, una forma de acompañar y traducir vivencias personales en formas, colores, aromas y distribución del espacio.
Rocamora compartió que esta perspectiva la aprendió del arquitecto Rodolfo Livingston, quien desarrolló un método de diseño centrado en una entrevista emocional.
Uno de los ejercicios clave consiste en identificar los elementos que marcaron emocionalmente a las personas. “Mi abuela tenía una galería llena de parras, y eso me genera una sensación muy linda almorzar los domingos en ese lugar. Entonces, para mí, una galería ideal tiene parras. Es ese recuerdo emocional que uno quiere mantener en la casa”, ejemplificó.
Por el contrario, resaltó como ciertos errores del pasado también influyen. “Recordar un dormitorio mal proporcionado, donde la cama no entraba y uno vivía incómodo, sirve para evitar repetir esas sensaciones en un nuevo diseño”, señaló.
La arquitectura emocional, según Rocamora, se construye sobre tres pilares: la emoción, la funcionalidad y la morfología. Y a diferencia de la arquitectura tradicional, que propone modelos generalizados y un prototipo, este enfoque parte del individuo y su cotidianidad.
Fuente: Diario Huarpe.