La autora es Doctora en Filosofía Terapeuta Holística y Maestra de Chamanismo. Instagram: @doctoradoli
La limpieza energética es mucho más que un ritual: es un acto profundo de autocuidado, reconexión y empoderamiento.
En muchas sesiones con consultantes que llegan agotados, confundidos o estancados, suelo escuchar frases como: “Estoy haciendo todo bien, pero nada avanza”, o “me siento drenada, sin saber por qué”. Como terapeuta y maestra de chamanismo, reconozco estos síntomas como señales claras de que es momento de una limpieza energética.
Esta herramienta ancestral, presente en muchas culturas del mundo, permite liberar energías densas o estancadas del campo vital de la persona. Es una forma de higiene energética tan importante como lo es la higiene física. Cuando el campo energético está saturado —por emociones fuertes, vínculos tóxicos, estrés prolongado o simplemente por la acumulación del día a día— empezamos a desconectarnos de nuestra fuerza interior, y eso repercute en todos los planos: físico, emocional, mental y espiritual.
Por supuesto, quiero aclarar que una limpieza energética no reemplaza un tratamiento médico ni psicológico, y debe ser comprendida como un complemento dentro de un enfoque holístico del bienestar.
¿Cuándo puede ayudarte una limpieza energética?
Una limpieza energética profunda restablece el flujo vital, devuelve claridad mental, alivia tensiones y te reconecta con tu verdadera esencia. Además, permite sellar tu campo energético con decretos de alta vibración que ofrecen protección y sostén.
El verdadero origen de la limpieza energética está en la conexión con la Fuente Universal, o con tu yo superior, esa parte sabia y luminosa de vos que conoce tu propósito y puede guiarte hacia una vida más plena. Desde allí se restablece el equilibrio, la armonía y la fuerza vital que habita naturalmente en cada ser.
Sí, y de hecho es fundamental aprender a hacerlo uno mismo, no solo para sostener los efectos de una limpieza profunda, sino también para mantener el campo vibratorio en alta frecuencia en la vida cotidiana. Así como aprendemos a cuidar nuestro cuerpo, también deberíamos aprender a cuidar nuestro campo energético.
Una de las prácticas más efectivas es el sahumo con salvia blanca. Esta planta tiene un verdadero poder limpiador: ayuda a disolver energías densas tanto del espacio como del campo de la persona.
Para hacerlo, encendé el manojo de salvia (puede ser blanca o criolla) y sahumate recorriendo todo tu cuerpo —desde la coronilla hasta los pies— por delante, por detrás y por los costados. Luego, sahumá los ambientes del hogar, poniendo especial atención en las esquinas, rincones y detrás de las puertas, donde suelen acumularse energías estancadas.
Es importante aclarar que el palo santo no limpia. Su función es otra: atrae energías de alta vibración. Por eso, recomiendo usarlo después del sahumo con salvia, para armonizar el espacio y elevar su frecuencia.
Además del sahumo, una práctica sencilla y muy poderosa es la visualización. Podés imaginarte dentro de una burbuja de luz blanca brillante que te envuelve por completo. Esa burbuja actúa como un campo de protección energética que impide que energías externas interfieran con tu equilibrio interno.
La limpieza energética es mucho más que un ritual: es un acto profundo de autocuidado, reconexión y empoderamiento. Cuando la energía circula libremente, todo en la vida fluye mejor. Todo en el universo es frecuencia y vibración y cuanto más consciente seas de tu campo energético, más capacidad tenés de sostener una vibración elevada, alineada con tu propósito y tu verdad.
Si sentís que llegó tu momento de renovarte, escuchá esa intuición. Porque vivir liviano, vital y en paz no solo es posible: es tu derecho natural.